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La Cuarta Transformación llegó a Yucatán y con ella una nueva visión de desarrollo, crecimiento y prosperidad, pero, ¿qué significa la 4T para Yucatán? y ¿qué implicaciones tendrá en el contexto regional, nacional e internacional el hecho de que este modelo de Gobierno inicie en la entidad cuando en el país ya transita en su segunda etapa?

La administración del ex gobernador Mauricio Vila mantuvo una postura sensata e inteligente, de buen entendimiento con el Gobierno del ex presidente Andrés Manuel López Obrador (ningún Gobernador o Gobernadora que quiso posicionarse mediante la confrontación con el Presidente quedó con cabeza), esta no pudo ser otra cosa que no dictara la naturaleza, el carácter de su partido: una política económica de corte empresarial que privilegió a las grandes empresas en detrimento de los trabajadores.

Cuando se habla de desarrollo económico hay que preguntarse cómo se distribuye esa riqueza. Sí, se generó empleo en Yucatán, pero ¿qué tipo de empleos?, ¿estos les permiten a los jóvenes yucatecos tener la oportunidad de construir un proyecto de vida personal, emanciparse y tener una familia? Yucatán ocupa los peores lugares a nivel nacional en materia de ingresos e informalidad.

De ahí la trascendencia del proyecto de la Cuarta Transformación para Yucatán, el cual requiere de un conocimiento, análisis, visión y hasta una simbología propia que vaya de acuerdo con las características geográficas, políticas y económicas propias del Estado.

El presidente Roosevelt enarboló el New Deal que sacó a Estados Unidos de la Gran Depresión y lo llevó quizá a su mayor época de prosperidad. Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa construyó los denominados Estados de Bienestar desarrollados por Keynes (nada existe hasta que lo nombras, las palabras también son una política pública y un proyecto político tiene que aspirar a un mundo posible).

El proyecto, el mundo posible, del gobernador Joaquín Díaz Mena se llama Renacimiento Maya. Como lo ha señalado el secretario de Fomento Económico y Trabajo, Jorge Ermilo Barrera, la apuesta del Gobernador morenista, el Renacimiento Maya, es una mirada de largo alcance en materia de desarrollo para nuestro Estado; una nueva política económica basada en la industrialización, conectividad, apoyo a las nuevas tecnologías y sobre todo un aspecto imprescindible para la economía de la entidad: el financiamiento del sector productivo. Todo esto acompañado de una serie de obras de infraestructuras en materia industrial, energética, ferroviaria y portuaria necesarias para potencializar esta política económica. Crecimiento sí, pero sin dejar a nadie atrás.

La misión más compleja en política siempre es la más sencilla, ¿cómo se genera crecimiento económico y que a su vez esto se traduzca en bienestar para las familias yucatecas? Es este el “ser o no ser” de todo gobierno que busca transformar la vida de la gente y no sólo administrar el mundo tal cual es (una de las diferencias entre los valores de izquierda y derecha).

Recordemos que las palabras importan y mucho. Así como el ex presidente López Obrador, artista del aforismo, decía: “No puede haber Gobierno rico con pueblo pobre”, el proyecto de Joaquín Díaz Mena, el Renacimiento Maya, no debe perder nunca de vista el clamor de miles de yucatecos que acompañan su proyecto: campesinos, campesinas, trabajadoras, trabajadores, hombres y mujeres que tienen claro que no puede haber desarrollo económico sin prosperidad compartida, que no puede haber Gobierno y multinacionales ricas con pueblo pobre. Que así sea.

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