Locuciones disparatadas

Felipe Escalante Ceballos: Locuciones disparatadas.

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AYER, HOY Y MAÑANA. En su obra “El Libro de los Disparates” Juan Domingo Argüelles nos dice: “El rebuscamiento, los circunloquios, andarse por las ramas y las expresiones coloquialmente barrocas corresponden a formas de analfabetismo cultural e idiomático”. Como ejemplos el lingüista cita las locuciones “el día de ayer”, “el día de hoy” y “el día de mañana”. Y comenta con acidez: “¡pues el día de ayer es ayer, el día de hoy es hoy y el día de mañana es mañana! ¿Cómo podría ser de otro modo?”.

Según don Juan Domingo “Este tipo de jaladas se da incluso en ambientes cultos y es muy común en la prosa burocrática y administrativa de esa cosa viscosa que, inevitablemente, llamamos gobierno”. Como este comentario proviene de una cacería de gazapos ajena a esta columna, por ahora nos abstenemos de emplear el tirahule.

SE CALZÓ LA CAMISOLA. En una publicación deportiva vemos una extraña noticia relacionada con el inicio de la actual temporada de béisbol. Esa información menciona como prospecto al hijo del ex receptor Said Gutiérrez, quien jugó para los Leones de Yucatán de 2002 a 2013. La publicación dice: “Para la temporada 2016 Saíd se calzó la camisola de los Broncos de Reynosa”.

¡Caramba! ¿Ese esforzado y honesto pelotero utilizó la camisola como zapatos y se la puso en los pies? No, según el Diccionario calzar es cubrir el pie y algunas veces la pierna con el calzado, en tanto que camisola es una camisa fina, de hombre. Nuestro admirado Said portó, lució, usó, utilizó, o llevó el uniforme de los Broncos de Reynosa, pero de ninguna manera utilizó como calzado la camisola de los Broncos. En esa redacción se ha cometido un barbarismo por utilizarse un vocablo erróneo al hablar o escribir.

Sin perder el tiempo la honda carga el “cuerito” con un grueso guijarro y dispara con gran puntería. El proyectil se impacta en el gazapo, la durísima pedrada es de efectos mortíferos y la pieza reposa en la buchaca.

PANCITO. En redes sociales vemos la fotografía del producto recién salido del horno de una panadería meridana. Las pequeñas piezas en exhibición excitan nuestras glándulas salivales. Pero, el título de esa publicación es intrigante: Pancito. ¿Qué es eso de pancito? Ese vocablo, inexistente en nuestro idioma, se ha empleado como diminutivo de pan; es un barbarismo. Los diminutivos monosilábicos, para que no produzcan cacofonía, tienen más letras que los sustantivos que califican. En el caso de “pan”, sus diminutivos son panecito o panecillo, nada de “pancito”, voz ésta que se oye con desagrado.

El tirahule se alista, nuevo disparo derriba al “pancito”, lo depositamos en el sabucán y concluimos la cacería. Hasta el próximo tirahulazo

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