Demasiado “demasiado”

Felipe Escalante Ceballos: Demasiado “demasiado”.

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UNA IMPROPIEDAD. A menudo vemos u oímos a alguien utilizar el adjetivo “demasiado” como sinónimo de “muy” o “mucho”. Este dislate es una impropiedad en el uso de las palabras. “Demasiado” es un adjetivo que se refiere a lo que tiene demasía, es decir, exceso, abundancia excesiva, hartazgo, que produce fastidio. Veamos algunos ejemplos.

Un lector del Facebook se entusiasma por una publicación ajena, la reproduce en su página y comenta: “Me gustó demasiado para no compartirla”.

En la televisión nacional una atleta participante en el recién concluido programa Survivor (un extranjerismo) añora la vida familiar y envía un mensaje a su esposo que se quedó en casa: “Te quiero demasiado”.

Y en un artículo de opinión publicado en un diario peninsular el articulista lamenta su desilusión por los escasos logros de un programa gubernamental de apoyo al campo “sin que parezca que se incremente demasiado la productividad agropecuaria”.

En su obra El Libro de los Disparates el lingüista Juan Domingo Argüelles aconseja no confundir “demasiado” con “mucho”, que significa abundante, numeroso. “Darle los atributos del adjetivo ‘mucho’ (abundante) a ‘demasiado’ (excesivo) constituye un disparate semántico, esto es, del significado”.

Continúa el lingüista: “Quienes dicen y es criben ‘te quiero demasiado’quieren decir y escribir ‘te quiero mucho’ o ‘te quiero muchísimo’. Querer o amar ‘demasiado’ implica ya una patología, un síndrome, pues ‘demasiado’ denota una anormalidad”. El propio Juan Domingo nos dice que este error es muy frecuente, sobre todo en el habla y la escritura incultas, pero tampoco sorprende encontrarlo en la lengua escrita de connotados profesionales.

¡Cómo nos fastidia ver y oír reiteradamente ese disparate de decir “demasiado” en lugar de “mucho”! ¡Es demasiado “demasiado”! La resortera alista sus dos cañones, lanza una ráfaga de proyectiles pétreos y los tres gazapos de la voz “demasiado” descansan en la buchaca.

LIQUIDACIÓN DE HOMBRES. El caballeroso estudiante de derecho Samuel Mora Labansat remite a esta columna una fotografía publicada en las redes sociales. A las puertas de un local comercial se ha colocado un letrero destinado a producir regocijo entre las damas: “Gran Liquidación. Hombres a sólo $3,000”. ¡Qué baratos están los señores! Mientras los varones se han devaluado las mujeres se han empoderado. Tanto, que el año próximo una fémina podría ser la presidente de la República.

El tirahule vuelve a su trabajo. Certero disparo envía a tierra la ambigüedad contenida en la liquidación de hombres, guardamos el gazapo en el sabucán y concluimos la cacería sabatina.

Hasta el próximo tirahulazo.

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