Tejiendo un futuro más saludable y circular

Flor Ileana González Martínez: Tejiendo un futuro más saludable y circular.

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La economía circular se presenta como un modelo alternativo al consumismo lineal tradicional, donde la extracción, producción, consumo y eliminación de productos generan una gran cantidad de residuos y emisiones contaminantes. La circularidad busca cerrar el ciclo de vida de los productos, reintroduciéndolos al sistema productivo para evitar el desperdicio y la generación de nuevos residuos.

La economía tiene un impacto directo en la salud de la sociedad. En primer lugar, la reducción de la extracción de recursos naturales y la generación de residuos beneficia al medio ambiente, combatiendo la contaminación del aire, el agua y el suelo, factores que inciden directamente en la salud pública.

Además, la economía circular promueve la creación de empleos verdes, aquellos relacionados con la reparación, reutilización y el reciclaje, generando nuevas oportunidades de trabajo y desarrollo económico.

También impacta en la salud de las personas de forma más directa. Por ejemplo, la reutilización de materiales para la construcción de viviendas puede mejorar la calidad del aire interior y la eficiencia energética, creando espacios más saludables y confortables.

Asimismo, la economía circular fomenta el consumo responsable, incentivando a los consumidores a elegir productos duraderos, reparables y reciclables, lo que reduce la cantidad de residuos que se generan y, por ende, la exposición a sustancias nocivas.

En definitiva, la economía circular se presenta como un modelo que no solo beneficia al planeta, sino también a la salud y bienestar de las personas. Tejer un futuro más circular es responsabilidad de todos: gobiernos, empresas, consumidores y sociedad civil. La salud del planeta y de las personas depende de ello.

Ahora bien, la economía lineal basada en el “extraer-producir-consumir-desechar”, ha impulsado el desarrollo económico durante siglos. Sin embargo, este modelo tiene un lado oscuro: un impacto negativo en la salud de las personas.

La producción y el consumo generan emisiones contaminantes que afectan el aire, el agua y el suelo. La exposición a estas sustancias aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias, cardiovasculares, cáncer y otras.

Los productos que consumimos, desde juguetes hasta ropa, pueden contener sustancias químicas que afectan nuestro sistema hormonal, reproductivo y nervioso.

La degradación ambiental genera incertidumbre y estrés, factores que impactan la salud mental y aumentan el riesgo de enfermedades como la depresión y la ansiedad.

La cultura del consumo excesivo nos lleva a consumir alimentos ultraprocesados, tabaco y alcohol, lo que aumenta la incidencia de enfermedades como la obesidad, la diabetes y el cáncer.

La salud del planeta y de las personas es una responsabilidad compartida.

Al adoptar un modelo de economía circular y promover estilos de vida saludables, podemos construir un futuro más sostenible y saludable para todos.

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