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Al hablar de los mayas yucatecos es común referirlos como un grupo de la familia mayence, que, entre otras cuestiones, se caracteriza por su homogeneidad, sobre todo lingüística, histórica y cultural. Si bien durante mucho tiempo las etnografías abundaron en datos de campo que parecían apuntalar esa idea, desde hace varias décadas tal semejanza se ha modificado.

En el libro “Choles, mayas y mestizos yucatecos en la modernidad”, del maestro Enrique Rodríguez Balam, investigador del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales (Cephcis) de la UNAM, busca dar cuenta de cómo en la zona sur del estado de Yucatán, particularmente en los municipios de Tekax y Oxkutzcab, los choles que emigraron hace treinta años a territorio peninsular impulsados por las creencias religiosas adventistas, lograron modificar el paisaje cultural que antes se consideraba exclusivo del maya yucateco. Asimismo, es de particular importancia el papel que desempeña la Iglesia Adventista del Séptimo Día como mediadora entre lo laboral y la adscripción religiosa de los choles, a quienes brindan su apoyo. Es de considerarse importante señalar que la migración apuntala bajo el binomio laboral/adscripción religiosa.

La historia de los choles está marcada por la violencia, matanzas, litigios de tierras, levantamientos armados y conflictos políticos, estos son algunos de los elementos recurrentes en sus narraciones. La primera gran ruptura ocurrió con el surgimiento de la guerrilla zapatista. Aquellas personas que no simpatizaban con la Iglesia Adventista comenzaron a ser presionados para unirse al ejército, la llegada del zapatismo no sólo provocó el inicio de ciertos conflictos entre miembros de comunidades, también marcó el comienzo de que una de las aspiraciones de los pobladores fuese buscar mejor suerte en Yucatán; como ellos cuentan cuando se desató la violencia en esa parte de Chiapas, algunos catequistas, guerrilleros y el mismo subcomandante Marcos, trataron de persuadirlos para que se unieran a la causa. Sin embargo, ser cristianos no comulgaba con la idea de levantarse en armas.

El principal argumento de los choles adventistas para no unirse al ejército zapatista ni hacer caso de las peticiones de Marcos fue el mismo: la religión, no tenían que seguir los designios de un solo hombre, cuando Dios era el que debía dirigir sus pasos, su vida, su presente y futuro.

Como suele ocurrir en estos casos, quienes llegan deben adaptarse a las prácticas culturales de aquellos que les dan cabida; sin embargo, también la cultura receptora necesita adoptar creencias y costumbres de los otros como mecanismo para la interacción social y cultural. Sobre el aspecto de la lengua y su presencia en otros estados, resulta conveniente resaltar el hecho de que tan solo para la Península de Yucatán, considerada lingüísticamente con mayor peso por su aparente homogeneidad, los datos recientes apuntan a pensar que en el futuro próximo el chol será la segunda lengua con raíz indígena de mayor importancia después del maya yucateco.

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