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El domingo pasado Arturo León Itzá fue electo presidente del Comité Directivo Municipal (CDM) del Partido Acción Nacional (PAN) en Mérida para el periodo 2022-2025.

El nuevo dirigente, quien fue candidato de unidad, señaló que “se trabajará como un partido de puertas abiertas, con unidad y compromiso de trabajo”.

Este mensaje no es casualidad, muchos menos en tiempos donde la oposición en el Estado se muestra dividida y de capa caída, incluyendo a los liderazgos locales del PRI y de Morena; éste último, partido que se ha distanciado de los verdaderos seguidores del presidente Andrés Manuel López Obrador, militantes fundadores que lo habían arropado desde que venía a Yucatán a visitar comunidades indígenas, posterior a la elección presidencial de 2012.

Los más ovacionados durante la presentación de la mesa principal fueron la diputada federal Cecilia Patrón Laviada y el alcalde Renán Barrera Concha; lo cual habla de la construcción de un panismo sólido que contrasta mucho con el escenario interno que lo desdibujó a la mitad del 2007; cuando las pugnas por el poder sembraron el inicio de la discordia.

Arturo León, cercano a Cecilia Patrón, y la secretaria general del PAN, Roxana Morteo Bacelis, cercana a Renán Barrera, serán la fórmula para consolidar el trabajo territorial y la apertura a los jóvenes de las zonas urbanas y de las comisarías, donde la cultura y el deporte juegan un papel fundamental; particularmente en el sur de Mérida.

Durante décadas, la elección del presidente del CDM del PAN en Mérida fue un dolor de cabeza, particularmente cuando el panismo llegó al poder con Ana Rosa Payán. Aún se recuerda cómo la elección entre don Roger Cicero Mackinney y Miguel Gutiérrez Machado originó lo que años más tarde se conocería como “la tormenta panista” que azotó las estructuras del partido en el año 2001; muy al inicio de la primera administración blanquiazul en Yucatán.

Por ello, no debe pasar inadvertido que en contraste con otros años, la elección de un directivo partidista; con apenas 1,228 militantes, es un signo claro de que la retención de la llamada “Joya de la Corona” no está puesta a duda para el proceso electoral de 2024. Al menos por ahora, parece que no.

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