Los atentados
Freddy Heredia: Los atentados.
Iósif Stalin ordenó a Leónidas Eitingon llevar a cabo la Operación Pato, la misión más importante que se había conocido, se trataba de eliminar al máximo enemigo del dictador soviético fuera de la URSS: León Trotsky.
Fraguar el asesinato del mayor enemigo de la URSS convirtió a Leónidas Eitingon en un orgulloso héroe y en uno de los hombres más influyentes de los temibles servicios secretos de inteligencia soviéticos.
La misión más importante en la vida de Leónidas Eitingon surgió bajo las órdenes de Stalin: eliminar a su peor enemigo, León Trotsky, exiliado en México en 1937 (era el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas, muy cercano a la corriente comunista). Este fragmento es parte del prólogo del libro “Eitingon, las operaciones secretas de Stalin en México”, escrito por Juan Alberto Cedillo, autor también de “La Cosa Nostra en México”.
El muralista David Alfaro Siqueiros fracasó en su intento de asesinar a Trosky. Durante su mal lograda aventura lo acompañó un grupo de mineros a quienes el muralista mexicano sólo les había externado que robarían unos documentos, ya que Trosky se preparaba a escribir una biografia contra Stalin.
Después de ese fracaso, en una segunda ocasión, Eitingon culmina la denominada Operación Pato, el 20 de agosto de 1940, cuya prioridad era el asesinato de Trosky, el ideólogo más importante de la Revolución bolchevique. El asesino material fue Ramón Mercader, hijo de Caridad Mercader, quien fue el amante de Eitingon en el transcurso de la Guerra Civil Española y cómplice del emblemático agente, fue encargado de concluir la misión, para culminar el asesinato, Ramón Mercader utilizó a Sylvia Ageloff, secretaria del político exiliado, quien era simpatizante del marxismo-leninismo y trotskismo, esta joven mujer a la que enamoró Mercader fue utilizada para acercarse a León Trosky y entrar a su casa para efectuar el crimen.
La historia nos recuerda que desde el poder se puede alentar, planear, sugerir y culminar con acciones que pretenden acabar con los opositores del mandatario en turno, sobre todo, con aquellos que le son incómodos, ya que no toleran que se les cuestione y ven en sus opositores el peligro constante para no culminar su obra.
Hace unos pocos días fue de dominio público el atentado que sufrió el periodista Ciro Gómez Leyva mientras manejaba su vehículo luego de haber terminado su noticiero nocturno, días antes de este intento de asesinato, el presidente Andrés Manuel López Obrador decía: “No está de más seguir insistiendo en cómo se utilizan los medios de comunicación para atacarnos y, sobre todo, para querer detener el proceso de transformación que está en marcha en el país, no lo van a lograr… si nada más escucha a uno Ciro Gómez Leyva, Loret de Mola o Sergio Sarmiento, además hasta es dañino para la salud, si los escucha mucho les puede salir tumor en el cerebro”.
Y esto no acaba ahí, el presidente AMLO señaló que el ataque al periodista Ciro Gómez Leyva pudo haber sido un plan orquestado por grupos contrarios a su Gobierno con el objetivo de provocar una desestabilización. Como mandatario, AMLO tiene la responsabilidad de documentar sus acusaciones, de no hacerlo sería cómplice, tal vez de sus seguidores más acérrimos.