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La historia de Sebastián Toral, el negro que vino acompañando a Francisco de Montejo como parte del ejército conquistador, es muy interesante. Nació en la segunda década del siglo XVI, en el occidente de África o en Portugal, y un registro revela que sus padres fueron esclavos negros en el pueblo portugués de Mora. Se desconoce las circunstancias de su venta a los españoles, pero se sabe que en su adolescencia vivió la experiencia de atravesar el Atlántico e invadir un territorio indígena americano no sometido.(1)

Inicialmente, Toral arribó a la Península de Yucatán como esclavo de uno de los conquistadores, participando en la malograda incursión de principios de 1530. Es probable que a raíz de sus servicios en dicha expedición haya obtenido la libertad, por lo que a su regreso a Yucatán, en 1540, lo hizo como conquistador libre junto con Francisco de Montejo.

Tras la fundación de la Colonia peninsular, a principios de 1540, en San Francisco Campeche, y luego de la fundación de Mérida en 1542, Toral vivió entre los colonos españoles como cristiano hispanohablante y tiempo después formó una familia propia. Su ocupación fue la de guardia y centinela, actividad comúnmente asociada con negros y mulatos en las colonias españolas.

La historia de Toral es significativa, ya que, en 1574, la Corona ordenó a los esclavos negros y mulatos libres de estas partes de la Colonia pagar tributo de 12 reales al año y a su mujer e hijos otros 12, él estaba obligando a pagar la cantidad de 3 pesos anuales, el equivalente al salario mensual de un trabajador. Desde Mérida, Toral envió a Madrid una petición en reclamo por habérsele tazado el pago del tributo.

En 1570 fue obligado a tomar la audaz decisión de viajar a España, y para ese entonces tenía ya 60 años, siendo un hombre viejo en los parámetros del siglo XVI. Es probable que no haya pensado tanto en sí mismo como en el bienestar económico de sus hijos y las implicaciones sociales del asunto, pues pagar tributo lo colocaba en la misma categoría de los mayas a los que había combatido en su juventud, por el contrario ser eximido del tributo lo situaba en la categoría de los españoles a cuyo lado había combatido.

Por ello, debe haber sido gratificante para el veterano afroyucateco enterarse de que el hecho de que se le exigiera el pago de tributo fue considerado por el rey Felipe II como un agravio y que era digno de que se le resarciera el pago de tributo. Ya que él había servido largamente al Rey de España en la conquista de estas tierras.En 1579, cuatro meses después de que el Rey firmara el edicto en Madrid, Toral se presentó ante las autoridades aduanales en Sevilla, donde se le otorgó un permiso para pasar y volver a la Provincia de Yucatán. Asimismo, en otra orden real dictada una semana después, le fue otorgado una licencia para volver a Yucatán autorizando el uso para su defensa de cuatro espadas, cuatro dagas y un arcabuz, y una vez en Yucatán obtuvo el privilegio de portar una espada y una daga como lo hacían los españoles.

En enero de 1580 se presentó en la serie del Virrey en la Ciudad de México para solicitar una licencia para portar las armas que llevaba consigo, ya que a pesar del edicto que le garantizaba ese derecho, Toral se quejaba de que algunos oficiales y otras personas de la ciudad le acusaban de no ser la persona a cuyo nombre se consignaba dicha licencia, por lo que Toral deseaba obtener una licencia local para aportar su espada y su daga. Al final de su vida, regresó a Yucatán donde murió ese mismo año de 1580, rodeado de sus familiares.

Referencia
(1). Restall, Matthew, “Entre mayas y Españoles. Africanos en Yucatán colonial”, trad. de Alejandro Pérez-Sáez, México, FCE, 2020.

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