Vicios y violencia cercan a Mérida

Gínder Peraza Kumán: Vicios y violencia cercan a Mérida.

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Lo menos que uno puede hacer al escuchar las versiones de personas que han visto en primera fila el imparable deterioro social del municipio de Kanasín es preocuparse. Los habitantes de muchas de las colonias perdidas que tiene esa demarcación vecina de Mérida ya pueden ufanarse de ser el segundo municipio con más habitantes en el estado de Yucatán, sólo después de la capital, de acuerdo con reportes de firmas especializadas en el estudio de desarrollo demográfico de cada una de las zonas del país.

Kanasín, todos lo saben, era un pueblo grande hasta hace unos 15 ó 20 años, cuando estalló, por decirlo de alguna manera, el enfrentamiento entre la alcaldesa meridana de entonces, Ana Rosa Payán Cervera (de origen campechano), quien anunció que iba a poner orden en el mundillo de los prostíbulos, restaurantes con consumo de bebidas alcohólicas y demás negocios similares. Con la imparable llegada de familias de otras partes del país la capital yucateca alcanzaba o superaba la marca de millón de habitantes.

El “affaire” de las autoridades municipales contra los bares y cantinas, los prostíbulos disfrazados o descarados, tuvo como desenlace que todos los negocios del giro negro tuvieron que aceptar que ya no eran bien vistos por sus vecinos o sus viejos amigos o clientes, pues a nadie le gustaba que su casa y su familia estuvieran amenazados por los frecuentes pleitos, incluso a media calle, entre borrachos que, perdida la noción de vergüenza o pudor, se liaban a golpes en la vía pública... Pero hasta ahí llegaron.

La alcaldesa Payán Cervera se declaró a favor de defender a los comercios bien y legalmente establecidos, y por proteger a las numerosas familias que todavía vivían, trabajaban y estudiaban en el primer cuadro de la ciudad. Con base en los recursos legales con que contaba el Ayuntamiento de Mérida para regular esos giros negros y obligarlos a respetar a todos, la Policía Municipal de Mérida (PMM) empezó a entregar avisos de desalojo, o un documento similar, dándoles a las dueñas y dueños un lapso perentorio para cerrar sus “centros de diversión”, los cuales propiciaban un ambiente de evidentes altos grados de deterioro moral que en nada iba a ayudar a la capital yucateca.

Ahora que al parecer van en aumento los casos de abusos y violencia que se registran en el conurbado municipio de Kanasín, además de lanzar una señal de advertencia a las autoridades a fin de que frenen a tiempo el deterioro social en el costado oriente de Mérida, es necesario advertir también que en el lado poniente de esta ciudad igualmente se registra un creciente consumo de drogas, la aparición de grupos armados (todavía incipiente, pero existe), y las evidencias de que nada frena el narcomenudeo y el comercio de estupefacientes en nuestras crecientes poblaciones, como el también bien conservado municipio de Umán.

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