Primero yo, después la Constitución

Héctor López Ceballos: Primero yo, después la Constitución.

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En la mañanera de ayer, el Presidente de la República amagó con algo bastante grave por muchos factores: anunció que está próximo a publicar un Decreto mediante el que se pase -ahora sí- la estructura completa de la Guardia Nacional al Ejército Mexicano. Aquí vamos a revisar algunas cosas.

En primer lugar, recordará usted que el actual Presidente fue durante muchos años un férreo crítico de la militarización de las policías y de que el Ejército estuviera en las calles realizando labores de seguridad pública. Recordemos que, durante el sexenio de Calderón, AMLO pidió que el ejército regresara a los cuarteles. En el de Peña Nieto la cosa fue más lejos: cuando el ex mandatario mexiquense creó la famosa Gendarmería Nacional, cuerpo aparentemente de élite para combatir al crimen organizado, la otrora oposición y actual oficialismo señaló que era un peligro que marinos y militares integraran la que llegó a ser la séptima división de la Policía Federal. Aunque Peña sí permitió que la Gendarmería estuviera compuesta por ciudadanos entrenados por fuerzas militares francesas y colombianas -es decir, tenían una formación eminentemente castrense-, la dirección de los efectivos estuvo a cargo de un civil; el más famoso, en su momento, fue Manuel Mondragón y Kalb. Nunca, ni en sus peores momentos, Peña Nieto puso a la Gendarmería bajo las órdenes directas de la Sedena, quizás para no deteriorar más su imagen política, quizás porque entendía un poco la importancia de que la seguridad pública estuviera en manos de los civiles. A pesar de eso, AMLO no tardó en criticar a la Gendarmería, como criticaba todo lo que se hacía antes y hoy hace.

En segundo lugar, lo que el Presidente plantea debería encender las alarmas no sólo de abogados y estudiosos del derecho, sino de la sociedad en general: por medio de un Decreto, el propio Jefe del Ejecutivo planea saltarse la Constitución y de paso anular al Poder Legislativo. Verá usted, la Constitución establece textualmente que el mando de la Guardia Nacional será civil. La única manera de cambiarlo es a través de una reforma constitucional con los votos de las dos terceras partes del Congreso. AMLO sabe que los números en el legislativo no le alcanzan y por eso prefiere expedir un decreto, aunque esto signifique contrariar la Constitución, vulnerar el Estado de Derecho y romper con la separación de Poderes. Que el propio Presidente plantee asumir facultades de otro Poder, sólo porque la oposición no quiere apoyar su propuesta, es una de las cosas más autoritarias -sin exagerar- que se han formulado en este sexenio. El Estado soy yo, diría.

Por un lado, entonces, tenemos a un Presidente que antes repudiaba al Ejército en las calles y que ahora refuerza a la institución castrense, dándoles el mando de un organismo de seguridad pública, lo que seguramente acarreará varias vulneraciones a derechos humanos y autoritarismo en el futuro. Por el otro, ese mismo personaje avisa que se irá en contra de la Constitución, bastión fundamental del Estado Democrático Mexicano. ¿Qué opina?

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