La Autonomía Universitaria
Héctor López Ceballos: La Autonomía Universitaria.
Dentro de menos de un mes se llevarán a cabo las elecciones para dirigir la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady). Son tres los candidatos que buscan sustituir al actual rector José de Jesús Williams, gobernando los destinos de la Máxima Casa de Estudios por, cuando menos, cuatro años. Como todo proceso electoral que enfrenta la Uady, éste no está exento de opiniones y comentarios que buscan enriquecer (las más de las veces, claro) la vida universitaria, sobre todo proviniendo de quienes egresamos de alguna de sus facultades o preparatorias.
Hace poco un diputado local -me parece que del PRD- hizo un llamado a los legisladores locales para, de alguna forma, vigilar, cuestionar o incidir de alguna manera en el proceso electoral que se avecina, alegando que la Universidad recibe recursos públicos de la Federación, de los impuestos de los yucatecos y que, además, la Ley Orgánica de esa Institución la expidió en su momento el Congreso del Estado, por lo que están en facultades de hacer algo con lo que no les parece. El legislador habrá pasado por alto que en 1984 dicha Ley Orgánica le otorgó Autonomía a la Uady, por lo que a ella competen exclusivamente sus asuntos internos administrativos, como lo es su gobierno. Pensar de otra manera sería igual a creer que el Congreso de la Unión, por ejemplo, tiene derecho a incidir en el gobierno de la UNAM.
Por supuesto que comparto en cierta forma el sentir de que algo pasa con la Uady y sus elecciones. Después de casi 40 años de autonomía, la Universidad no tiene ni el más elemental reglamento en materia electoral que regule los procesos, ya sea estudiantiles (como por los que se eligen Consejeros) o de otro tipo, como el caso de la Rectoría. Por eso, año tras año hay protestas, enfrentamientos e incertidumbre, que las convocatorias con pobre fundamentación y muchas decisiones discrecionales no pueden evitar.
Sin embargo, por más que muchos creamos que la Universidad lo puede hacer mejor, en respeto a su Autonomía hay que reconocer que sólo la comunidad universitaria puede realizar los cambios normativos que se requieren para regular, reglamentar y transparentar estos procesos. Parece increíble que teniendo la facultad de elaborar, proponer y votar por estas normas internas, quienes integran el Consejo Universitario se van por la vía fácil y no atienden uno de los temas más importantes y trascendentales para la Máxima Casa de Estudios del Estado. Sorprende que la dinámica de tan importante órgano se haya relegado a levantar la mano y a relacionarse (cada uno de forma independiente, por supuesto) con figuras políticas que quizás algún día los lleven tambiéna sólo a levantar la mano, pero en esferas más altas. Aspiración legítima, por supuesto, de cuyo excelso ejercicio nos dan muestra diaria legisladores federales y locales.
Las elecciones en la Uady no son cosa menor; a través de ellas se eligen no personas, sino proyectos académicos, sociales y hasta políticos. Los destinos de las decenas de miles de personas que conforman la comunidad universitaria no deben tomarse a la ligera, pero cierto es que mientras esa misma comunidad universitaria no quiera tomar las riendas en sus manos, los demás estamos obligados a respetar sus decisiones, gusten o no.