Crisis de popularidad
Héctor López Ceballos: Crisis de popularidad.
Tuve la oportunidad de viajar a la Ciudad de México en días pasados y constatar lo que se habla en los medios de comunicación nacionales. Y es que en la capital del país se percibe una ruptura del orden constitucional y una amenaza al Estado de Derecho de una manera mucho más marcada.
Por ejemplo, transitando por avenidas principales y por calles secundarias, es notoria la maquinaria gubernamental realizando actos anticipados de campaña a favor de Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la más reciente entidad federativa. Con las frases “Que siga la transformación” o “Es Claudia”, militantes de Morena adeptos a la Jefa de Gobierno pretenden escudarse en “muestras espontáneas de expresión popular” para realizar una campaña excesivamente anticipada en favor de su “corcholata”. De hecho, es tan evidente que hay un uso de recursos y una orden por parte del equipo de la Jefa de Gobierno para que se realicen estas pintas, que el propio Instituto Nacional Electoral ha otorgado medidas cautelares para que una de las aspirantes a suceder a Andrés Manuel se abstenga de realizar actos anticipados de campaña, y conmine a sus simpatizantes a ya no viciar un proceso electoral que ni ha comenzado. Responden los del oficialismo que la medida del INE significa una censura y una represión a la libertad de expresión, pero cuesta creer que ciudadanos pagaron decenas de miles de pesos para espontáneamente tapizar la Ciudad de México con pintas exactamente iguales, tal y como se ve en las campañas durante todos y cada uno de los procesos electorales.
A todo esto se le agrega la ironía, el contraste, la incredulidad perpleja que supone ver estas bardas proselitistas en colonias en donde la marginación social y la falta de presencia gubernamental son evidentes. Cuesta creer que esa es la continuidad que se busca, pero no hay que descartar nada.
Por otro lado, no fueron pocas las críticas que escuché de habitantes de la propia capital del país (y de varios segmentos poblacionales, antes de que imaginen más sesgos de los que supone de por sí una conversación casual), respecto a la marcha convocada por el Gobierno Federal, pues expresaban molestia por el acarreo elevado de ciudadanos, el cierre ilegal de calles por parte de los cientos de camiones que se necesitaron, entre otras cosas.
Estas cuestiones, aunque parezcan nimias, son indicadores de cómo el Gobierno ve a los gobernados, y cómo los gobernados van percibiendo al Gobierno. Recordemos que apenas en las últimas elecciones locales, el oficialismo perdió gran parte de las alcaldías de la Ciudad de México y la popularidad de una de las posibles sucesoras de López Obrador va perdiendo popularidad entre más sectores sociales. La gran pregunta es si la oposición, que tampoco tiene un gran proyecto o tan siquiera una alternativa viable al oficialismo, sabrá capitalizar el descontento creciente en las urbes (que no en el medio rural) en el muy poco tiempo que le queda.