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“Hagan valer la autonomía”, dijo Andrés Manuel López Obrador durante su mañanera de ayer (16 de enero). Esa misma autonomía, pienso, que debe tener el Poder Judicial Federal y que se ha visto golpeteada por el régimen en muchas ocasiones, pero especialmente en las defensas que ha realizado el Ejecutivo Federal en favor de Yasmín Esquivel Mossa, aún Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La frase, por cierto, fue lanzada por el primer mandatario respecto a la petición de la UNAM a la Secretaría de Educación Pública para que invalide el título universitario de Esquivel. AMLO, por supuesto -y tal y como dice en cualquier otro tema- señala que todo es una estrategia del conservadurismo para hacerse de un Poder Judicial afín a los intereses de unos cuantos.

En lo único que se ha equivocado la UNAM -y que curiosamente da la razón a Adán Augusto, secretario de Gobernación- es en rehuir de la responsabilidad que tiene frente a un caso tan relevante. Es a esta Institución autónoma a quien corresponde invalidar el título universitario de Esquivel Mossa y, luego entonces, solicitar a la SEP que se cancele el registro del título correspondiente. Con estos dos cortos, pero políticamente complejos pasos, la Ministra no cumpliría más con los requisitos establecidos en la Constitución para ocupar el cargo y, según la lógica constitucional mexicana, tendría que dejar la toga.

Y es que este al parecer sería el único medio para removerla del cargo, pues apenas este mismo lunes declaró que seguiría en funciones como Ministra, incluso después de que la propia UNAM ha manifestado que existe plagio evidente en el trabajo de titulación de Esquivel Mossa. Y es que tanto a AMLO como al oficialismo les conviene la permanencia de una Ministra afín al régimen pues, como vimos en semanas anteriores, vienen discusiones sobre temas de gran relevancia en el Pleno de la Corte, como el famoso “Plan B” del Presidente y que será impugnado por el llamado “bloque opositor”, alegando infracciones a la Constitución y ataques a la autonomía del Instituto Nacional Electoral.

Extra: en febrero de 2019, Claudia Sheinbaum juró por todos los íconos de la izquierda que la Guardia Nacional no entraría a la capital del país, en un discurso aparentemente en contra de la militarización de la Ciudad de México. Hace pocos días anunció con orgullo que la GN estaría a cargo del control de la seguridad del Metro ante los “incidentes” extraños que han dejado muertos, heridos y muchos capitalinos asustados por las condiciones en que se encuentra el principal medio de transporte de la ciudad. ¿Cuándo habrá de culpar a la falta de mantenimiento y reducción de presupuesto, en lugar de a los permanentes enemigos de la Revolución?

Posdata: ya inician formalmente los procesos electorales de Coahuila y del Estado de México, bastiones que el cuatro teísmo anhela controlar. Coahuila se antoja más posible para el régimen. No ganar Edomex, además del golpe simbólico que significaría para Morena, revelaría un desgaste para sus fuerzas políticas. ¿Cómo creen que acaben esas elecciones?

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