La nueva época del INE
Héctor López Ceballos: La nueva época del INE.
El pasado primer lunes de abril se despidieron cuatro consejeros del Instituto Nacional Electoral, entre los que destacan Lorenzo Córdova y Ciro Murayama por su papel mediático en lo que ellos consideraban “la defensa del INE y de la democracia”. Para muchos una nueva era en el Órgano Constitucional Autónomo encargado de organizar las elecciones, lejos de la corrupción y las arbitrariedades de los mencionados; para otros, en cambio, inicia la posible sumisión del árbitro electoral al oficialismo y al partido en el poder.
Cierto es que Córdova y Murayama no pasaron impolutos sus años como consejeros del Instituto: ambos estuvieron envueltos en distintas polémicas incluso desde antes que López Obrador llegara a la Presidencia. Es recurrente, por ejemplo que el propio Andrés Manuel recuerde cuando el otrora Presidente del INE se burló de la forma de hablar de un representante de pueblo originario. Si bien sus comentarios fueron interceptados ilegalmente de una llamada telefónica privada, no deja de decir mucho sobre la postura o las actitudes del ex Presidente.
Sin embargo, también es una realidad que durante el encargo de esos consejeros (y en general de todo el Consejo del INE) el Instituto se consolidó jurídica y socialmente, fortaleciendo la democracia mexicana y disminuyendo la desconfianza de los mexicanos en las elecciones. A nivel nacional (según varias encuestas e instrumentos), el INE es la tercera institución en la que más confían los ciudadanos -únicamente por debajo de las universidades públicas y las Fuerzas Armadas-, mientras que a nivel internacional el INE es reconocido por diversas organizaciones y países por su alto nivel técnico y fiabilidad en la organización de elecciones. Tan es así que incluso el INE presta asesoría técnica en comicios de otras latitudes.
Además, no hay que olvidar que a este consejo le tocó implementar la Reforma Electoral de 2014, una serie de cambios de gran calado como no los ha tenido la democracia mexicana en años. En esa reforma se concentró el poder electoral en un Instituto Nacional, quitando a las entidades federativas varias facultades y, por consiguiente, aumentando la carga del INE.
Por último, no hay que olvidar que fue este INE quien organizó las elecciones de 2018 y 2021 en donde AMLO y su partido han sido claros ganadores, por lo que suponer que el Órgano es corrupto por sí mismo, es también poner en tela de juicio la legitimidad de los ejercicios electorales en donde Morena ha salido beneficiado. Quizás lo que les molesta es, al fin y al cabo, que dicho Órgano tenga la facultad de invalidar candidaturas o imponer multas cuando los partidos políticos deciden actuar fuera de las reglas establecidas por el pueblo bueno y sabio a través de la Constitución.
Toca a los nuevos consejeros -especialmente a la Presidenta, primera mujer en ocupar la dirección del Órgano electoral- sostener la autonomía del INE y su neutralidad. El error de Lorenzo y Ciro fue, quizás, ponerse al “tú por tú” con el Presidente y los partidos, cuando el silencio tal vez hubiese sido más propio de una Institución de rango Constitucional. Bien que mal el INE, por ahora, sigue siendo garante de la democracia mexicana.