Dieciocho años del desafuero
Héctor López Herrera: Dieciocho años del desafuero.
El Jefe del Ejecutivo Federal recordaba el pasado 7 de abril, 18 años de su desafuero. Como podrá rememorar usted, fue en el año 2005 -un año antes de las elecciones presidenciales de 2006-, cuando el entonces Jefe de Gobierno del Distrito Federal compareció ante la Cámara de Diputados y, sometido a Juicio Político, fue despojado de la protección que la Constitución daba a los servidores públicos, protección que curiosamente el mandatario mandó a eliminar en una de sus primeras maniobras como Presidente de la República.
La causa jurídica para el desafuero fue el incumplimiento de un mandato judicial -eso que hasta la fecha le cuesta respetar- dentro de un Juicio de Amparo. Como no podía ejecutarse ninguna acción en su contra mientras tuviera la protección que su cargo le confería, fue necesario que el Congreso se la retirara. Eso en cuanto a la cuestión legal, porque es evidente que hubo una razón más poderosa: que AMLO no contendiera en las elecciones presidenciales. Vicente Fox ha declarado en más de una ocasión que él hizo todo lo que estaba en sus manos para tratar de evitar que el López Obrador de entonces fuera Presidente de México. Pero, ¿qué tan malo o bueno hubiera sido que Obrador ocupara la Presidencia en ese entonces?, ¿qué tan distinto hubiese sido su Gobierno en el dos mil seis, al del dos mil dieciocho?
A juicio de quien escribe estas líneas, AMLO de 2006 es muy diferente al del 2012 y radicalmente opuesto al del 2018, aunque muchos de sus seguidores se empeñen en sostener lo contrario. Para empezar, para la primera elección presidencial AMLO se rodeaba primordial y casi exclusivamente de gente muy ligada a la izquierda mexicana: comunistas, socialistas, socialdemócratas. Todos ellos habían pasado por las filas de, por ejemplo, el PCM y el PSUM, además de que eran continuadores de la lucha cardenista a la que robaron las elecciones en 1988. Era impensable ver a gente del ala derecha del PRI (porque de que había priistas, los había; cosa natural al ser el partido hegemónico por 70 años) o del PAN junto a AMLO. Además, su confrontación con la iniciativa privada era no total, pero sí menos maniquea.
Hoy, sabemos que morena tiene un proceso bautismal (muy a lo judeocristiano) mediante el que personajes de “la mafia del poder” reciben la gracia obradorista y pasan a ser parte de la revolución popular y el nuevo oficialismo bueno y sabio. También vemos que hay empresarios buenos, a los que se otorgan concesiones directas, y otros malos por no participar de la renovación moral de México.
Antes, AMLO hubiese estado en contra de cualquier tipo de militarización en el país que aspiraba a gobernar. Hoy, el Presidente ha incrementado la intervención militar en aspectos civiles.
¿Habría sido mejor, entonces, un López Obrador en el 2005 -o incluso en 2012- que el que tenemos actualmente? Quién sabe. Quizás la radicalidad de entonces hubiese cimbrado con más fuerza las instituciones del Estado; en ese sentido, quizás convenga la versión más reciente del Presidente. En todo caso, el Gobierno hubiese sido, cuando menos, más congruente con el discurso.