De comicios y lecturas

Héctor López Ceballos: De comicios y lecturas.

|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Las elecciones del pasado domingo ofrecen muchas lecturas. Por un lado, se pueden tomar como comicios pactados en donde se dividen el botín electoral: Morena se queda con el Estado de México, la entidad con más peso en votos del país, y la alianza PRI-PAN-PRD reciben Coahuila como premio de consolación, a cambio de no dificultar que Delfina llegue a la gubernatura. Básicamente se entregaron mutuas concesiones, dirían por ahí.

También hay otra lectura que afirma que, con miras a 2024, esta elección favoreció a unas “corcholatas” y perjudicó a otra. Claudia Sheinbaum estaba fuertemente apoyada por Armando Guadiana Tijerina, candidato perdedor por Morena en Coahuila; incluso la vitoreó “Presidenta” en varios actos públicos a los que la Jefa de Gobierno, muy lejos de su jurisdicción, acudió. Se demuestra que poco puede mover la “corcholata favorita” fuera de la capital del país, y que nada pudo hacer ante el aplastante triunfo de la “alianza opositora” que conservó la gubernatura. ¿Qué ventajas puede ofrecer Claudia, entonces, como operadora en las demás entidades del país en los comicios del 2024? Después de su derrota en las alcaldías de la Ciudad de México -recordemos que perdió la mitad de la ciudad en 2021- y ahora la derrota de su “gallo” en Coahuila, poco queda por decir de su capacidad operativa y de aportar votos para el oficialismo. ¿Cambiará de alguna forma la postura del Presidente?

También hay lecturas que demuestran la soberbia del partido en el poder, y otras que dan un respiro necesario a la oposición. Por un lado, la derrota de Morena en Coahuila se debe a la imposición de un candidato que ha perdido antes las elecciones, y que no contaba con el apoyo de toda la izquierda. Mejor posicionado estaba el candidato del Partido del Trabajo, a quien no dieron oportunidad por no llevar tatuada el águila juarista en el pecho. La división de la izquierda demostró cómo podría ser una guerra de “corcholatas” en la contienda presidencial. Y los efectos adversos que acarrearía para Morena.

Por otro lado, en cambio, la oposición demostró que se pueden ganar gubernaturas y distritos estatales si trabajan en conjunto, sumando sus maquinarias electorales y venciendo los egos. Se ve difícil que se replique en el 2024, sin embargo, dadas las declaraciones de “Alito” Moreno que quiere la candidatura para sí, y los actores del PAN que no parecen querer ceder el puesto en la boleta. Del PRD ni hablamos: poco a poco se irá consolidando como un nuevo Partido Verde, comodín y donador de votos a conveniencia.

Sin importar si todas, alguna o ninguna de las resulta acertada, lo cierto es que las elecciones del domingo pasado son ejemplo de lo que pudiera ocurrir en menos de un año. Tanto oficialismo como oposición dependen enteramente de su capacidad de unidad, de cerrar frentes y lograr aglutinar de forma natural -no por dedazo o consigna- a actores políticos tan diversos. Guadiana era el más cercano al Presidente, émulo hasta de su forma de hablar, pero dividió a la izquierda y golpeó al movimiento obradorista en el norte. ¿Será que por eso Cárdenas, verdadero estadista, fue por Ávila Camacho y no por Francisco J. Mújica?

Lo más leído

skeleton





skeleton