La cuestión petrolera

Héctor López Cervantes: La cuestión petrolera.

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Cuando Lázaro Cárdenas expropió la industria petrolera en 1938, las expectativas en torno a esa industria y Pemex eran muy distintas a lo que en la realidad representa para el país actualmente Petróleos Mexicanos.

Partamos del hecho de que, para el 18 de marzo del 38, el oro negro ya era propiedad de la nación mexicana. Se estableció la rectoría del país sobre el recurso desde la Constitución de 1917, por lo que no era estrictamente necesario emitir un decreto expropiatorio respecto al mismo. Sin embargo, sí se permitía que empresas extranjeras explotaran los yacimientos petroleros y establecieran condiciones desfavorables para sus trabajadores. Fue así que, tras un largo proceso laboral para lograr mejorar las condiciones de los obreros, y tras negarse las empresas extranjeras a acatar la Ley, que el presidente Cárdenas se ve obligado a expropiar la infraestructura de las compañías petroleras, lo que virtualmente se traducía en apoderarse de dichas empresas.

¿Si en sí el petróleo no fue expropiado, por qué es tan importante la expropiación? Pues porque el Estado Mexicano se ponía formalmente a la cabeza de la explotación de un recurso que, más pronto que tarde (sobre todo por estallar la Segunda Guerra Mundial), se convertiría en una necesidad global de la que se podría sacar partido.

México, a través de PEMEX, se convirtió en una potencia petrolera a nivel mundial, teniendo la paraestatal no sólo equipo de vanguardia en el sector, sino personal reconocido internacionalmente por su capacidad técnica. En un principio, la explotación del petróleo sostuvo la economía nacional y financió enormemente la obra pública y la consolidación de instituciones sociales de gran relevancia.

Sin embargo, gracias a la falta de competitividad y a los manejos inadecuados de las autoridades mexicanas que vieron en PEMEX también una alcancía interminable para cualquier cosa, la empresa del Estado se fue rezagando en el concierto internacional y se fue convirtiendo en un lastre para la economía de un país que sigue sosteniendo por puro discurso y doctrina a una institución en quiebra.

Hoy, a punto de terminar el gobierno de Andrés Manuel, y luego de comprar una refinería en Estados Unidos (Deer Park), de rehabilitar refinerías en este país, y de construir la megarefinería de Dos Bocas, las finanzas de PEMEX están destrozadas y la gasolina -que si ganaba Morena costaría 10 pesos según el AMLO candidato- representa un gasto muy elevado para las finanzas personales de los mexicanos, y para los gastos operativos de las empresas.

El petróleo y la gasolina son elementos que, sin duda, seguirán presentes muchos años, pues la transición a energías limpias necesariamente será paulatina. Sin embargo, ambos recursos son muestra clara de la demagogia de un Gobierno que utiliza la nostalgia como instrumento político, y que no cumplió con los objetivos y propuestas en la materia que parecían tan simples durante años de campaña.

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