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El desempeño general de los tres candidatos a la Presidencia de la República mejoró, pero el nivel del debate no. Una vez más fuimos testigos de los discursos demagógicos puros y duros que caracterizan a nuestra clase política. Ni siquiera la opción más “nueva” explicó cómo va a concretar sus propuestas. Ni Claudia ni Xóchitl ni Jorge expusieron de dónde van a sacar los miles de millones que se requieren para construir el país idílico que dicen que construirán. Claudia, por un lado, ya no podrá sacar dinero del combate a la corrupción, pues ese terrible mal de la época neoliberal ya se acabó con la cuarta transformación al barrerse las escaleras de arriba para abajo, y al no existir más corruptos en el Gobierno, pues ya no hay de dónde ahorrar recursos (a menos, claro, que reconozca que lo señalado por el Presidente es mentira). Xóchitl quiere, por su parte, exentar del pago de impuestos a todos los que ganen menos de 15 mil pesos mensuales. O sea, no sólo no dijo de dónde va a sacar el dinero además de dejarle de dar a Pemex, sino que piensa sacar de la recaudación a cientos de miles de contribuyentes que aportan un porcentaje nada despreciable de recursos a las arcas de la Federación. Jorge no se quedó atrás y ni siquiera dijo cómo le haría para invertir esa millonada que prometió para infraestructura.

Ninguno de los tres tuvo los pantalones suficientes para decir que es indispensable una reforma fiscal que permita una mayor recaudación y probablemente que también implique un aumento en el porcentaje de los impuestos, sobre todo ante la constitucionalización de programas sociales que cada día integran a más beneficiarios a sus padrones. Prometer no empobrece, dicen por ahí, y eso lo demuestran muy bien los candidatos que el pasado domingo se dedicaron a discursear y a dar una que otra propuesta al aire para tratar de ganar el voto de los mexicanos. Un servidor no sabe porqué Maynez pondrá paneles solares en escuelas que ni baños ni agua potable tienen, pero seguramente a más de uno atrajo más eso que el vacío de las palabras de la candidata común del PAN-PRI-PRD y de la de Morena-PT-Verde.

En un debate no debe haber ganadores, sino contrataste de ideas y de proyectos. Cualquiera que salga a decir que ganó un debate demuestra que su intención no era proponer y contrastar, sino hacer propaganda en un ring de boxeo.

Difícilmente veremos una mejoría sustancial en el tercer y último debate a la Presidencia de cara a la elección del dos de junio. Una vez más los mexicanos tendremos que elegir entre personas que no están a la altura de los retos de este país. La pregunta es si tampoco están a la altura de los ciudadanos, o lo están tanto que por eso ellos son los que aparecen en la boleta y no otros (y vaya que eso diría más de nosotros como ciudadanía que de ellos y sus partidos). Usted lo sabrá mejor.

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