A propósito de las elecciones para gobernadores
Hortensia Rivera Baños: A propósito de las elecciones para gobernadores.
La verdad es que no es placentero mencionar situaciones deprimentes, máxime cuando éstas originan desgracias personales. Usted apreciable lector, quizás opine que soy masoquista, pero debido a lo penoso de la tragedia ocurrida en el cierre de campaña del gobernador Graciliano Alpuche Pinzón -seguramente lo recuerda-, coincida en que amerite el comentario especialmente ahora que esta noticia quedó atrás, y que las nuevas elecciones para Gobernador están muy cerca.
Graciliano Alpuche fue nominado como candidato a gobernador de Yucatán por el PRI y electo en 1982. Igualmente es importante mencionar la poca experiencia política que este hombre tenía, quizás por eso solo duró dos años en el anhelado poder, fue obligado a pedir licencia el 16 de febrero de 1984. ¿El argumento?: motivos de salud. Así que bueno, Víctor Cervera Pacheco fue designado para sustituirlo.
Centrémonos en el mitin político que se llevó a cabo el 15 de noviembre de 1981, en la Plaza de Toros Mérida, considerada la mayor desgracia en la historia de Yucatán. Atinadamente cuando sucedió esta desgracia los periódicos cabecearon el derrumbe de una escalera y un muro en la Plaza. Tristemente murieron inocentes, la gente murió aplastada, asfixiada, hubo heridos y se dice que había niños humildes, hijos de campesinos, traídos del interior del Estado en camiones, con el objetivo de llenar la plaza.
Lo inhumano es que los encargados de organizar este evento, no les importó atiborrar de gente la Plaza de Toros Mérida, no obstante que sabían que el sobre peso podría ser peligroso, el objetivo era llenarlo a como diera lugar. Se rumora que independientemente del espectáculo artístico y gratuito, se les prometió la rifa de planchas, refrigeradores, televisores, electrodomésticos que sirvieron como un tentador anzuelo para estos desventurados que a la hora de la hora fueron con engaños y con la ilusión de obtener un premio y nunca imaginaron el infortunado final.
Todo sucedió en el acceso al segundo piso. Cientos de personas intentaban subir y otras intentaban bajar pues ya no había espacio, lo que ocasionó una avalancha humana de niños y mujeres que lamentablemente fueron los primeros en caer por la presión que ejercieron sobre un muro. Los que quedaron en pie, trataban de salir por encima de los que estaban inertes en el piso. Un domingo trágico en donde la falta de conciencia, el pánico y la desesperación por desaparecer los cuerpos de las víctimas fue la principal protagonista. Lo cierto es que jamás se supo el número exacto de víctimas.
Se tiene conocimiento que el espectáculo continuó como si no hubiera pasado nada. Ilusos, al no pensar que con el ir y venir de las ambulancias, el acarreo de cadáveres, los gritos de desespero de los familiares de las víctimas, era realmente imposible que no trascendiera y se fijara en la memoria dolida de Yucatán. Bochornoso es recordar las palabras del entonces líder nacional del PRI, Pedro Ojeda Paullada, que a sabiendas de la tragedia, le pudo más las ansias de poder que la solidaridad humana y no tuvo empacho en decir: no tenemos duda alguna de que nuestro partido triunfará en las próximas elecciones…
Deseamos que esta traumática experiencia, sirva para que, en las futuras elecciones no se exponga la vida de nadie por la desmedida ambición de poder