El ser humano cuenta con cinco órganos en el cuerpo, los cuales proporcionan los sentidos. El órgano más grande es el de la piel, y éste es el que nos proporciona el sentido del tacto; los ojos nos proporcionan el sentido de la vista; los oídos que aparte de captar los sonidos, de igual manera cuentan con una función maravillosa e indispensable como lo es el equilibrio; la nariz y la lengua fueron en esta pandemia del Covid-19 que nos hizo darnos cuenta que el olfato y el gusto, son realmente importantes en nuestro cuerpo.

Pensar o imaginar en la falta de uno de nuestros sentidos es algo abrumador. Ahora, si nos ponemos a pensar en la carencia del sentido visual, se nos enchina el cuerpo sólo de imaginar que no podemos ver la luz del día, la Luna y las estrellas titilar en el cielo. Los sentidos son indispensables en la vida de un ser humano, carecer de alguno de ellos, o de varios a la vez, nos deja completamente vulnerables ante los desafíos diarios de la vida. Hablar de la sordoceguera, es adentrarnos a un universo desconocido para muchos. Poco se habla de esta discapacidad que es caracterizada por carencia auditiva y visual, ya sea de manera parcial o total.

Hoy, 27 de junio, se conmemora el Día Internacional de las Personas Sordociegas en homenaje al natalicio en Tuscumia, Alabama, de Helen Keller, quien fuera escritora y activista social sordociega. La vida complicada de Keller comenzó a sus 19 meses de vida cuando una enfermedad le dejó huellas que la marcaron toda la vida, sin embargo, su intelecto la hizo subir escalones tan complicados que para muchos serían imposibles de escalar.

Anne Saullivan, una maestra con limitaciones visuales, fue pieza importante en la formación de Helen Keller, ella le enseñó a leer, escribir y hablar, de esta manera Keller pudo entender su entorno y graduarse, en la universidad de Harvard.

Gracias a su maestra Anne, Keller pudo pensar inteligiblemente y a hablar, usando el método Tadoma: tocando los labios de otros mientras hablan, sintiendo vibraciones y deletreando los caracteres alfabéticos en la palma de la mano. Sus logros no sólo quedaron ahí, Keller aprendió hablar griego, francés, alemán y latín en el sistema Braille.

Estas dos admirables mujeres serán recordadas por la capacidad de sobreponerse a la adversidad, y son un ejemplo de que cuando se quiere se puede sin importar las circunstancias.