|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

¿Cuándo fue la última vez que saliste a la naturaleza? ¿Cuántas veces has llevado a tus hijos al campo? ¿Cuántas horas a la semana los dejas jugar en espacios abiertos con pasto, árboles y animales? En la cultura actual, el alejamiento de los niños de la naturaleza es cada vez más evidente. La urbanización, la tecnología y el aumento del tiempo frente a pantallas han casi eliminado el tiempo que los pequeños pasan al aire libre. Según estudios recientes, muchos niños no han tenido la oportunidad de ver animales de granja en persona ni conocen los nombres de las plantas y animales de su entorno inmediato.

Este fenómeno es preocupante porque el contacto con la naturaleza es fundamental para el desarrollo saludable de los niños. Algunos autores afirman que es indispensable para su salud física y mental.

Heyke Freyre, creadora de la pedagogía verde, sostiene que el contacto regular y significativo con la naturaleza es esencial para el desarrollo cognitivo, emocional y físico de los niños. Sus escritos enfatizan la importancia de integrar actividades al aire libre y experiencias directas con la naturaleza en el currículo escolar. Según Freyre, la naturaleza no sólo es un aula viviente, sino también una fuente inagotable de inspiración y bienestar.

Katia Hueso, fundadora de la Escuela en la Naturaleza “Pies Descalzos”, en España, aboga por una educación que permita a los niños aprender a través del juego libre y la exploración en entornos naturales. En sus escritos, Hueso destaca cómo el contacto con la naturaleza fomenta la curiosidad, la creatividad y la resiliencia. Además, subraya la importancia de desarrollar una conexión emocional con el entorno natural desde una edad temprana para fomentar una mayor conciencia ecológica.

Richard Louv es conocido por su trabajo sobre el “Déficit de naturaleza”, un término que acuñó para describir la desconexión creciente entre los niños y la naturaleza. En su libro “Last Child in the Woods”, Louv argumenta que esta desconexión tiene efectos negativos en la salud física y mental de los niños, incluyendo problemas como la obesidad, el TDAH y la depresión. Louv aboga por la integración de más tiempo al aire libre y experiencias naturales en la vida diaria de los niños como una forma de combatir estos problemas y promover un desarrollo más saludable y equilibrado.

“Shinrin Yoku”, o “baño de bosque”, originario de Japón, es sumergirse en la atmósfera del bosque para mejorar el bienestar físico y mental. Shinrin Yoku se basa en la idea de que pasar tiempo en la naturaleza puede reducir el estrés, mejorar el estado de ánimo y fortalecer el sistema inmunológico, es una forma de reconectarse con la naturaleza de manera consciente y profunda, promoviendo un bienestar holístico.

Freyre sostiene que la conexión con la naturaleza debe ser, no sólo como una actividad extracurricular, sino una parte central del proceso educativo. De manera similar, Hueso subraya que aprender en la naturaleza no sólo mejora las habilidades académicas de los niños, sino que también les enseña a valorar y cuidar el medio ambiente. La práctica del Shinrin Yoku permite a los niños experimentar los beneficios de estar en la naturaleza de una manera profunda y consciente. Louv nos recomienda reconectar a los niños con el entorno natural para combatir el déficit de naturaleza y sus efectos adversos.

La pedagogía verde nos recuerda la importancia de integrar a la naturaleza en el corazón del desarrollo emocional y físico de nuestros infantes, no sólo estamos preparando a los niños para el éxito académico, sino también para una vida de salud, equilibrio y empatía con el medio ambiente. Si queremos que nuestros pequeños cuiden la naturaleza, tenemos que enseñarles a amarla.

Lo más leído

skeleton





skeleton