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Atestiguamos en la 52 Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), realizada en días pasados en Lima, Perú, la influencia de un sector de activistas que hacen cabildeo desde sus puestos de Gobierno, ya que muchos de ellos son incluso embajadores de sus países con doble o incluso triple “cachucha”, pues no sólo llevan la representación de su país, sino que a título personal u organizacional van impulsando su agenda, aunque sus representados en el país no tengan ni idea.

Podríamos mencionar el caso de Colombia, cuya embajadora portando la pañoleta verde (emblema del aborto) presumió que su país lo haya despenalizado hasta la semana 24, es decir, hasta el sexto mes de gestación el bebé puede ser exterminado en el seno materno; y fue más allá al decir que era un orgullo ser parte del “Core group” o grupo principal de los derechos de las personas etiquetadas con letras del alfabeto porque justifican que sufren de gran discriminación.

Lo cierto del caso es que en dicha Asamblea el lema que eligieron fue “Juntos contra la desigualdad y la discriminación” y pareciera que los representantes de los países allí presentes se centraron en un solo sector, dejando invisibles a quienes sufren de forma mayoritaria la desigualdad y la discriminación; en la OEA sólo se llama la atención de los poderosos cuando se habla en clave de género.

La situación de México es muy parecida a la de los países de Latinoamérica, por lo que traemos a colación la última encuesta del Inegi sobre discriminación. La ENADIS 2017 reportó que las personas que han sido víctimas de ello son entre un 51.3 por ciento mujeres y un 56.5 por ciento varones, por motivos de apariencia, llámese tono de piel, peso o estatura o forma de vestir; la segunda causa es por creencias religiosas, siendo un 32.3 por ciento mujeres y un 24.8 por ciento varones; la tercera causa la sufren las mujeres que son discriminadas por serlo en un 29.5 por ciento, y los varones en un 27.7 por ciento, por su forma de hablar.

La siguiente es por la edad, siendo que 25.9 por ciento mujeres y 26.9 por ciento varones la sufren; también se discrimina por lugar donde se vive entre un 21.7 y 17 por ciento; por clase social, entre 19.7 y 16 por ciento, y muy por debajo de todas estas formas de discriminación, la orientación sexual aparece con un 3.7 por ciento si son mujeres y 2.8 por ciento si son varones.

Habiendo notado que las creencias religiosas son la segunda causa de discriminación, fue alarmante la posición de muchos países en la OEA que no se unieron a quienes condenaron la persecución religiosa que ha emprendido el Gobierno de Nicaragua, México fue lastimosamente uno de estos… ¿dónde queda el lema de esta Asamblea? Es claro que no les interesa.

Según el informe Latinobarómetro 2021, un alto porcentaje de la población sufre desigualdad, el 77 por ciento no tiene acceso a la justicia, el 64 por ciento a la salud y el 58 por ciento a la educación. La pobreza se sigue incrementando en el Hemisferio y a la OEA sólo le preocupa la población minoritaria que sufre menos del cuatro por ciento de discriminación.

En la Resolución marco discutida en esta Asamblea la palabra pobreza sólo se menciona una vez, el término sexual 31 veces, desigualdad se menciona sólo cinco veces, mientras que género, más de 50.

Para quienes quieren ver, las cosas están muy claras -no hay compromiso- la mayoría de los países en la OEA son cómplices de lo que dicen combatir.

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