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H a terminado la pandemia y los reportes de salud indican que muchas personas han enfermado de depresión, angustia y ansiedad, y aunque no es poca cosa lo que sucedió a nivel mundial, tenemos que poner de nuestra parte para tratar de salir adelante, si bien con ayuda de un profesional o de nuestra familia.

Es importante cuidar que el ámbito familiar pueda consolidar una autoestima sana, porque ocurre también que se “destroza” la personalidad de sus miembros cuando las relaciones son tóxicas. Cuando esto ocurre pueden aparecer en la persona cuadros de depresión, trastornos alimenticios, ansiedad o fobias, entre otras situaciones delicadas. Por ello la importancia de la escucha y el acompañamiento.

En la familia, la valoración que se tiene de cada miembro es importante. Hay que ser objetivos y analizar las conductas para no etiquetar a las personas porque cometen algún error; sabemos que todos estamos sujetos a los tropiezos y metidas de pata, pero nuestros errores no nos determinan; evitemos “etiquetas”, comparaciones, sentimientos de rechazo y las creencias limitantes porque éstas van socavando la autoestima de las personas que queremos.

Prendamos focos de alerta si alguien de la familia se muestra pesimista, indeciso, hipersensible a la crítica, se aísla o muestra signos de tristeza o cambios bruscos de humor… podríamos tener un caso que hay que acompañar.

Por el contrario, cuando una persona cuenta con una autoestima sana, ello le ayuda a superar las dificultades, a incentivar la creatividad, a determinar la autonomía personal y a permitir en su vida relaciones saludables. Con estas y otras acciones se va propiciando el desarrollo del equilibro emocional cuyo fruto inmediato es tener respuestas emocionales adecuadas a las situaciones que se viven a diario.

Podemos trabajar a nivel personal para mejorar nuestra salud mental. Preguntémonos para qué somos buenos y lograremos apreciar nuestros talentos; evitemos compararnos; aprendamos a poner límites, sobre todo si nos rodea gente tóxica, es mejor mantenerlos a sana distancia.

Tomemos la responsabilidad de nuestras acciones, evitemos la autocompasión. Si no nos gusta lo que vivimos, tomemos decisiones para cambiar y mejorar.

No seamos dependientes de la aprobación de otros, ni permitamos que alguien más tome control de nuestra vida. Aprendamos a liberarnos de la necesidad de tener el control, la razón, el afán de sobresalir, etc. No es posible tener el control de todo.

Seamos optimistas, lo que queramos alcanzar nos inspirará para conseguirlo. Evitemos sentimientos de culpa cuando ocupemos tiempo para disfrutar de pequeñas cosas, pensemos que nos las merecemos.

Seamos empáticos con los demás, creemos redes de apoyo, hay que ser conscientes de que en unión podemos conseguir mejores frutos.

Recordemos también que el apoyo espiritual muchas veces obra milagros. En Yucatán, la Arquidiócesis ha tomado esto en serio, si necesitas ser escuchado llama al teléfono 999 445 4633 y alguien después de escucharte te acompañará y reconfortará.

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