|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Hace algunos años el doctor en sociología Javier Esteinou, autor de numerosos libros, lanzó una advertencia: “No quedan más allá de 25 o 30 años para sufrir una tremenda crisis de civilización, que ya no es problema de partidos políticos ni de ideologías, sino de sentido común, elementalísimo para volver a tomar las riendas del proyecto civilizatorio que llevamos”.

En el marco de la crisis de civilización que estamos viviendo, estas palabras resuenan con especial contundencia ya que en México llevamos muchos años perdiendo niveles de bienestar y los valores que siempre nos habían caracterizado han estado perdiéndose lenta y paulatinamente.

Creemos como él, que el sentido común se ha ido desplazando para ocupar su lugar ideologías que no se cuestionan; hay confusión de qué es verdadero y qué es falso; poco a poco vemos que el hombre actual disfruta de poner en tela de juicio todo valor, idea o estructura que fueran pilares en la construcción de nuestra civilización acomodando a su conveniencia cualquier idea, aunque choque con la inteligencia, sólo porque a otros les parece bien, a uno le beneficia, etc.

Esta acción de cuestionar lo verdadero (que siempre hay que cuestionar) compite injustamente con lo falso, que no es cuestionado, sino aceptado sin más; esta práctica, lejos de ayudarnos y reafirmar las bases que le dan sentido a nuestra vida, nos han ido vaciando espiritual e intelectualmente, apartándonos los unos de los otros, dejando de cumplir con lo que somos en esencia: seres sociales.

Los problemas que vemos en nuestra sociedad parecen atestiguar que poco importa lo que pasa a nuestro alrededor, hay muchas personas que no están dispuestas a levantar la voz ante injusticias, el miedo o el no entrar en conflicto con otros les paraliza, aunque les den la espalda a sus convicciones.

El Gobierno actual ha contribuido a mucho de esto que denunciamos y se ha empeñado en dividirnos aún más; alentados en primer lugar por el Presidente que gusta de etiquetar a los ciudadanos según su particular percepción: conservadores vs. progresistas; chairos vs. fifís; afines a la 4T vs. neoliberales y un largo etcétera de categorías.

Los ciudadanos están haciendo lo mismo, etiquetando a las personas y acrecentando la división por cualquier motivo.

Vemos personas que ponen en tela de juicio la vida del ser humano, que aceptan como derechos lo que en realidad son delitos, que destruyen el lenguaje subiéndose a la “ola inclusiva” creyendo que hablando tan mal contribuyen a terminar con la exclusión, aceptando que el sexo es posible cambiarlo, y que cualquier configuración de seres humanos con animales dan lugar a una familia.

¿Cómo es posible que la impunidad se haya sobrepuesto a la justicia? Podríamos mencionar muchas situaciones que hoy atestiguamos, y la respuesta más evidente es: se perdió el sentido común.

Rescatar nuestros valores es dar el primer paso hacia la reestructuración social, no nos dejemos avasallar por ideologías que secuestran el pensamiento individual o el razonamiento ordenado a la verdad que esclavizan a la sociedad con intereses ajenos y que lo llevan a su destrucción por justificar acciones que cosifican al ser humano.

Rescatemos el sentido común, reconozcamos el valor que tiene cada persona, pongámosla al centro, miremos al otro como queremos ser mirados y poco a poco iremos saliendo de esta crisis en la que ahora nos encontramos atrapados.

Lo más leído

skeleton





skeleton