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¿Eres papá o mamá y se te hace muy difícil la educación de tus hijos? ¡No son los únicos! Cada vez somos más los padres y madres que compartimos la difícil tarea de educar en esta época que nos ha tocado vivir.

Nos damos cuenta que hay una crisis de valores que ha ido permeando poco a poco en la sociedad y que los medios de comunicación masiva, el internet y las redes sociales han ido transformando nuestra cultura.

A pesar de esto, vemos que la mayoría de las veces somos los padres los que estamos claudicando en la tarea que tenemos encomendada, cediendo ante los embates y tormentas del entorno, poniendo muchas veces tal resistencia, pero en lugar de formar conciencias críticas sólo estamos conteniendo males, desaprovechando la mínima oportunidad que tenemos con los hijos para formarles desde pequeños.

Los padres tenemos que conocer a nuestros hijos para ayudarles a conocerse, que descubran su carácter, sus fortalezas, sus defectos dominantes, sus reacciones y motivaciones y sus debilidades.

Hay momentos en que pareciera que es al revés, que son nuestros hijos los que nos conocen al derecho y al revés y saben muy bien cómo manejarnos, nos han tomado la medida y consiguen lo que quieren.

¡No en vano se dice que somos la generación obediente! Los que nos convertimos en padres alrededor de los 80 y 90 tenemos en común que no queremos que nuestros hijos sufran y pasen apuros, y nos volvimos complacientes y consentidores dando como resultado que somos los que obedecemos a nuestros padres y a nuestros hijos por temor a que se frustren.

Nos ha dado miedo castigar a los hijos cuando infringen reglas, hacerles pasar alguna incomodidad, no queremos que sufran de ninguna forma, queremos quitarles cuanto problema podamos para que les vaya “bien” en la vida… y estamos haciendo justo lo contrario.

Algunas parejas sacrifican parte de su relación conyugal para darles gusto a los hijos, perdiéndose que el mejor libro con el que pueden educar en el amor es su propia historia. Hay parejas que dejan de salir los fines de semana para no entorpecer los planes de sus hijos ¡no vaya a ser que se molesten! Hay padres que parece que piden permiso a sus hijos cuando les dan una orden: “mi amor, ¿te parece si te vas a acostar?”.

¿En qué momento se nos metió la idea de que los hijos deben de estar siempre contentos? Estamos pagando cara la factura, porque en lugar de hijos contentos tenemos unos caprichosos que creen que se merecen el mundo entero.

Las dificultades deben ser vistas como oportunidades para desarrollar las facultades, ejercitar la voluntad, la libertad y crecer como personas. Por ello, para educar se necesita la congruencia de los padres.

Les damos a los hijos mucho de lo que quieren y muy poco de lo que necesitan, por ello les es tan difícil lidiar con la frustración, el dolor o el rechazo.

Hay que educar siempre, aunque nos duela poner reglas y castigos, no quisiéramos que a ninguno de nuestros hijos les suceda algo, pero es verdad que la persona cuando se acostumbra a resolver problemas y a enfrentar conflictos crece en su desarrollo y se capacita para la vida mucho mejor que aquel a quienes sus padres le resolvieron la vida para que “no sufra”.

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