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Me parece que todos estaríamos muy de acuerdo con la afirmación de que la vida humana es el fundamento de todos los bienes y los derechos, es la fuente y la condición necesaria de toda actividad humana y de toda convivencia social.
Y si esto es así, ¿cómo podríamos explicar que constantemente la vida se encuentra amenazada en nuestro país y en el mundo?

De todas las personas debía de ser un compromiso respetar y proteger la vida desde la concepción y hasta la muerte natural, pero en la práctica no sucede así.

En estos momentos estamos a nivel nacional frente a amenazas continuas que tienen como objetivo atentar contra la vida, pues existen numerosas iniciativas de ley que se han presentado en los poderes legislativos de orden federal o estatal y pretenden legalizar la muerte de los bebés en gestación, la muerte de las personas “que ya no quieren vivir” o bien la muerte lenta de las personas adictas pues facilitarles el consumo de drogas traería esto como consecuencia.

Estamos estrenando Cámaras Legislativas en el país, veremos qué nos tienen y hacia dónde dirigirán sus propuestas.
Los mexicanos no queremos que esta cultura de la muerte vaya permeando en nuestra sociedad, al contrario, quisiéramos que la cultura de la vida siempre esté por encima, como eje rector de cualquier política pública y en cualquier orden de Gobierno.

Yucatán está ahora bajo amenaza severa, pues el Poder Judicial pide que se legisle en orden de eliminar la protección del bebé concebido facilitando el acceso al aborto, y sabemos que esto se va a discutir en el Legislativo local.

Si el valor de la vida es para ti algo fundamental, no dejes de acercarte al legislador por quien votaste y hacerle ver, que una sociedad que permite la muerte de sus ciudadanos por -ninguna razón merecida- (como es el casos de los bebés en gestación por ejemplo) está condenada a sufrir los errores de esta decisión.

No queremos que se pierdan vidas pues sabemos que el mayor capital que una nación puede tener es justamente el humano.

México tiene un pequeño bono demográfico, pero de revertirse esta cifra empezaremos a sufrir lo que países de Europa están sufriendo por tener políticas públicas que fomentan el exterminio de los niños en gestación con el aborto o de los adultos mayores con la eutanasia, por carecer de políticas públicas con perspectiva de familia para que las parejas tengan bebés y por alentar, con la legalización de las drogas, la muerte lenta de quienes están atrapados en las adicciones.
Hay muchas razones para alzar la voz, para demostrar que en Yucatán somos una sociedad que mayoritariamente defiende y promueve el valor de la vida, de toda vida en cualquiera de sus etapas.

Las mujeres que se encuentran frente a un embarazo inesperado no necesitan como política pública el acceso al aborto, sino que les apoyen para salir adelante, que se adecúen las leyes para que el varón que haya procreado con ella no la deje sola, que haya corresponsabilidad de los padres cuando sus hijas menores de edad queden “embarazadas” para que esta nueva vida no se pierda por la irresponsabilidad de quienes adelantan una vida sexual activa sin atenerse a las consecuencias de sus actos, para que se les apoye en la continuación de sus estudios y no queden confinados a una vida de pobreza por no poder tener mayores oportunidades al truncar su educación.

Vale la pena luchar porque la Cultura de la Vida llegue a todos los rincones posibles.

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