México, tierra de la Morenita
Ivette Laviada: México, tierra de la Morenita.
Nos emociona tener conciencia de que la Virgen María habita en nuestro país, México es tierra de nuestra Morenita y también de Jesús que está gestándose en su vientre; así lo demuestran innumerables estudios que han realizado a la tilma de Juan Diego, hoy día San Juan Diego, y gracias a ellos sabemos que está “en vivo y a todo color” en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe.
A casi 500 años de distancia, su presencia sigue siendo muy importante, no sólo es una advocación de la madre de Cristo, para los mexicanos y muchos católicos de otras latitudes es nuestra madre del cielo.
Cuando María irrumpe en nuestras vidas lo hace para consolarnos, para sanarnos, para invitarnos a hacer oración, para amonestarnos amorosamente y para redirigirnos hacia su hijo Jesús. Como una buena madre detecta una necesidad y busca cómo remediarla, un ejemplo de esto nos lo dio en las Bodas de Caná.
Su mensaje lo podríamos resumir en 5 puntos, todos ellos basados en el diálogo que Juan Diego y Ella entablaron entre el 9 y 12 de diciembre de 1531.
1.- María quiere un hogar. Lo primero que pide es –una casa– donde sea posible orar. ¿Por qué una casa? Porque la casa es el sitio que una mujer convierte en hogar, el lugar sagrado para la familia. Ella no viene sola, busca amparo, y si le damos entrada recibimos también a Jesús y con Él hacen morada Dios y el Espíritu Santo; cuando habitan en nosotros no nos dejamos vencer por el miedo o el desánimo porque nos dan la fuerza para sobrellevar cualquier dificultad.
2.- María nos quiere poner en presencia de Dios Padre por medio de la oración. El Padre de Jesús es el Padre Celestial, lo que quiera su Hijo se lo pedirá al Padre; a quienes creemos en Jesús, Dios nos recompensará con gracias espirituales impensables.
3.- La Virgen se ofrece como nuestra madre, pero no como cualquiera, sino una muy compasiva y misericordiosa, y nos dice: “los que a mí clamen, me busquen y en mí confíen, estaré allí para remediar, curar, sanar, consolar todo lo que les preocupe y enjugar sus lágrimas”. ¿Acaso no es lo que necesita todo ser humano?
4.- María busca acercarse a los corazones humildes y dispuestos. En el Tepeyac encontró al más “insignificante” de los mensajeros, Juan Diego no se sentía digno de tal honor, pero Ella le insiste diciéndole “si tú me escuchas y confías en mí, yo con mucho retribuiré tu cansancio”. La Virgen nos da un voto de confianza porque Ella es quien suple nuestras debilidades y necesidades.
5.- “¿No estoy aquí que soy tu madre?”. Nos recuerda que podemos abandonarnos a su confianza, que dejemos de preocuparnos y angustiarnos porque Ella se encarga de nuestro bienestar. Por si fuera poco, abunda haciendo otras preguntas que en suma tienen respuesta afirmativa: ¿No estás bajo mi sombra y resguardo?, ¿no soy yo la fuente de tu alegría?, ¿no estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?, ¿tienes necesidad de otra cosa?
María no nos obliga a reconocerla como madre, así como a Juan Diego le preguntó, a nosotros nos dirige las mismas preguntas, si la aceptamos seremos recompensados ampliamente pues Ella, como Jesús, no se deja ganar en generosidad.