Tu vida entre el alfa y omega

Jacinto Herrera León: Tu vida entre el alfa y omega.

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Una reciente tarde lluviosa le toco consultar a don Humberto, quien dicho sea de paso es amigo de la familia y en otrora época fue testigo de las risas y juegos durante mi transitar infantil, amén de los arrebatos ocasionales y travesuras propias de los jóvenes adolescentes. El motivo de su visita al consultorio fue por previo sobresalto, al percatarse de irregularidades manifiestas en estudios solicitados. Como antecedentes pérdida de peso y molestias digestivas.

Para mi pesar, la sospecha diagnóstica se confirmó. La endoscopía, estudios de gabinete y sangre indicaron lo que la clínica sugería, tenía cáncer de estómago, y como era de esperarse se le nublaron los ojos y sus primeras palabras fueron “Dios mío, sólo quiero otra oportunidad”.

En ese momento, me asaltaron sentimientos encontrados, ya que mi paciente se había caracterizado por ser un hombre luchador, capaz, sin temor de sobreponerse al reto. Con gran ejemplo y valentía había sacado adelante a sus hijos y miembros de la familia.

Continuando con lo sucedido, le explique sobre los avances de la ciencia y sus posibilidades de tratamiento en manos expertas, seguidamente le pedí me dijera a qué se refería con otra oportunidad, respondiendo de forma inmediata; “para enmendar algunos errores”.

Sin duda, amable lector, vivimos todos los días con la esperanza del prometido mundo magnificente y justo de los políticos decadentes. Sin reparar en esfuerzo, tiempo, dedicación, y poco espacio para la atención, nos entregamos en cuerpo y alma al quehacer cotidiano, pero esta vorágine nos aparta de las cosas realmente importantes de la vida: nuestra salud y nuestra familia.

Cuantas veces al levantarnos por las mañanas abrazamos a nuestra pareja y le decimos cuánto la queremos, o a nuestros hijos en qué podemos ayudarles, y ni qué decir de nuestros padres a quienes hace 3 semanas ni siquiera les hablamos por teléfono para ver cómo se encuentran. Sabes tú cómo se siente tu compañero de trabajo o sólo le reclamas el no haber realizado X o Y tarea, mofándote de forma sarcástica de su omisión o actitud mostrada ese día… ¡Cuál parte de la historia no leemos!

Mi columna intenta llevarle a reflexionar sobre la salud mental, personal, interpersonal, laboral y social. La vida es tan frágil, como para “gastarla en infiernitos”. Sirva el ejemplo de este paciente, quien como muchos de nosotros de forma tardía intentamos resarcir sesgos o errores del sempiterno devenir ante la posibilidad de la muerte. Sirva también para hacer un llamado de atención y conminarte a dejar de pensar que acudir al doctor –si nos sentimos bien- es sólo perder tiempo y dinero. Es irrefutable que todos tenemos un alfa y omega, ignorando la fecha y hora de partida, por lo que aprovecho invitarte a no posponer tus pendientes.

Recuerda que a diferencia de don Humberto, ¡tú aún tienes otra oportunidad! Para luego es tarde.

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