Normalizando la violencia en el país
Jacinto Herrera León: Normalizando la violencia en el país.
Hoy, más que nunca, el filósofo Foucault está presente.
Los cotidianos escenarios con particulares horrores se están normalizando, mientras la mayoría está embebido en redes sociales y trivialidades que todos critican, sin realmente ver la “autodestrucción del ser humano, en su máxima expresión”.
Todavía recuerdo que en una de sus obras destacaba que el poder genera resistencias porque, dentro del marco de las relaciones humanas, siempre existe lucha desigual. Los fuertes y los débiles, los ricos y los pobres. Es decir, donde haya una relación desigual habrá necesariamente una resistencia. La resistencia no implica ineludiblemente la violencia. En todo caso, la resistencia es una actitud de rechazo frente a cualquier tipo de opresión u obstáculo que nos obliga a hacer o ser lo que no deseamos.
Tristemente, vemos que la violencia se ha instalado como recurso para salir de la condición de oprimido, se identifica al opresor como el enemigo para derrotar, por lo tanto, es una guerra en la que uno debe eliminar al otro. Los grandes acontecimientos de la historia se han desarrollado bajo esta perspectiva en mayor o menor medida.
Inmersos en la actual crisis, la violencia, en cualquiera de sus formas, se ha instalado cual componente significativo, en el mundo, y ni qué decir de nuestro México. Lo curioso es que nadie sabe fehacientemente quién es el enemigo.
Todos especulan y comentan sobre el tema, con fallidas conclusiones al final de la disertación. Lo que sí es una realidad es que no se trata de ninguna estrategia por desviar la atención de otros temas de la agenda, ¡somos la agenda!
Muchos se están beneficiando del caos social, pero de lo que no puedo dudar es que quienes la padecen con mayor intensidad son los sectores más desprotegidos. Entonces, ¿cuáles son los sectores privilegiados que deberían ser considerados como el enemigo?
En esto hay que ser muy cauto. Aquellos empresarios y sectores que han trabajado muy duro, y aún lo hacen para vivir dignamente, esos no lo son. Pero podrían estar en el entredicho los sectores o sujetos que gracias a las prebendas y arreglos negociados con los gobiernos se ven o han visto beneficiados, y ahora francamente limitados y acotados.
Hay que ser muy cauto y reflexivo frente a los acontecimientos que vivimos, porque detrás de todo esto se tendrá que justificar la imposición de un nuevo orden que se reclama públicamente y de forma urgente.
Horizontalizar la violencia en casa, y que ahora circunstancialmente dirige el Estado contra sus iguales, es precisamente lo que “esos personajes invisibles” desean. La sociedad reclama y está dispuesta a sumarse a justa lucha por mantener su amenazada tranquilidad. El daño en cuanto a empleos, atracción de capitales, turistas y proyectos planeados ya de por sí han sido masacrados.
Sigamos juntos sin perder la esperanza y tratemos de reestructurar lo que, cual apocalipsis, transitamos.