La tortillera, aún en casa

Jacinto Herrera León: La tortillera, aún en casa.

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Era una tarde fresca, como las de inicio de año, cuando poco antes del mediodía, escuché una voz en la cocina que preguntaba: ¿alguien sabe dónde guardaron la “maricona”? Ipso salivé -cual prueba de Pavlov-, ya que el escuchar lo anterior significó, que ese día comeríamos tortillas frescas caseras, como hechas a mano o tamales. ¡Ay que tiempos señor don Simón!, diría Joaquín Pardavé en 1941.

Los jóvenes yucatecos o quienes vienen de otras latitudes, tal vez no visualicen mentalmente a la “maricona” (palabra coloquial), ya que para ellos es poco conocida, ante la tecnología rampante del Siglo XXI; pero para quienes tenemos algunos ayeres, tan solo atrae a la mente aquel utensilio metálico redondo, compuesto de 2 piezas pesadas con asaderas que se utiliza para prensar la masa y según la historia, esta prensa tortillera, fue parte del legado español después de la Conquista.

Allende previa remembranza nostálgica -a través de cápsula con matices yucatecos-, quisiera comentarles que en reciente consulta, una paciente describía su transitar laboral y familiar actual, que se caracterizaba por fatiga, cansancio, hastío y desilusión entre muchos, condicionado por el confinamiento, limitaciones y cúmulo de problemas familiares.

Cual cereza en el pastel, su trabajo a distancia era duramente cuestionado por sus empleadores, quienes vigilaban y exigían mayor productividad “ya que no estaban haciendo casi nada por estar en domicilio” ¿?, y los horarios cual niebla dispersa, alcanzaban las más de 12 horas al día.

Pues bien amigo lector, a manera de analogía cuando de la maricona o prensa tortillera hablamos, hay que saber hasta cuanto presionar, sin destruir y dejar secuelas en la mente y cuerpo de las personas.

Ya en otras ocasiones hemos insistido en dejar de actuar como jurado que enjuicia con ligereza, sin haber tribunal supremo que lo cuestione, o en su defecto también atraigo otrora columna, que conminaba a dejar posturas arcaicas egipcias, donde el faraón sin compasión, denostaba y decidía, exento de contrapesos.

El comentario vivencial relatado, va muy de la mano con la existencia de un “Día Internacional De la eliminación de la violencia contra las mujeres”, y como anillo al dedo, me permito enfatizar que de las leyes de nuestro país o convenios entre empleados y empleadores, hasta la fecha los resultados alcanzan tan solo ser fragmento de letra de inolvidable del cantautor Javier Solís: “Sombras nada mas”. Mucho ruido y pocas nueces, cuando de discriminación o acoso en todas sus formas se ha logrado.

Los cambios bio-psico-sociales derivados de enfermedades, han dejado evidentes secuelas no solo en vidas humanas, sino también al interior de la familia, el trabajo, convivencia y relaciones. Es momento de modificar nuestra actitud, empatizar y construir. Recuerda no todos los que presionan cual “maricona”, obtendrán una sabrosa tortilla. Provecho.

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