|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

El 23 de abril del año 1616 es una fecha mítica en el plano literario, ya que según la historia coincide con la muerte de tres grandes escritores: Miguel de Cervantes Saavedra, Inca Garcilaso de la Vega y William Shakespeare. Aunque existen dudas debido a los diferentes calendarios que regían en la antigüedad, desde el año 1995 la Unesco aprobó en París esta fecha como el Día Internacional del Libro y el Derecho de Autor.

El libro es hoy un símbolo imprescindible de la cultura universal, dejemos que él mismo nos relate su proceso de creación:

“Soy una nube de ideas revoloteando; aterrizo en una hoja de papel, escrito a mano o en un archivo; soy impalpable, no he nacido, soy leña sin encender, arte sin trascender.

Sigo en el papel impreso, no publicado, soy un ente, tengo Padre, tengo Madre, envuelto en mi capullo, soy ese sueño a punto de nacer, me falta pulimento para ser diamante.

Viajo lejos de mis padres, me encuentro en otras manos, me siento tan raro, tan indefenso, tengo miedo; hasta hoy, he confiado en la verdad de mis palabras, no sé si podré sobrevivir a esta dura prueba, a este difícil escrutinio. Ojos y cerebro ajeno entra en mis entrañas, me descubre como obra primigenia, ¡me mancha, me recorta, me crece! ¿Qué será de mí?, ¿seré valioso?, ¿seré bueno?, me siento asustado, ¡que me traten con cuidado!

Por fin… he visto la luz, convertido ahora en todo un dandy; tallereado, nuevecito y perfumado, corregido, aumentado o reducido, soy un libro nuevo, ¡ah que lindo es nacer!, muchas manos se posan en mi con gran ilusión, ojos de alegría, otros interrogantes, los más… curiosos; de repente veo alrededor y ¡oh sorpresa!, hay cientos más como yo, unos parecen gemelos, otros, parecidos ¿de dónde vienen?, ¿tendremos los mismos padres?

Nuestra vida transcurre parecido a un cuartel militar, algunos somos destinados a diferentes frentes de batalla; unos viajan a hermosas casas llenas de adornos finos y otros a lugares pobres, pero la mayoría somos tratados con respeto y admiración, si bien a veces la pobreza nos obliga a efectuar oficios no tan cultos como tener que soportar el peso de una cama o matar algún bicho agresivo que perturba a nuestros nuevos amos, también nos usan para guardar tesoros como aquella flor que Paquito le regaló a Martita, o aquella foto correteando en la hierba de Chichén Itzá, aquel boleto de rifa de fin de curso o aquel pensamiento de Og Mandino escrito a mano en letra manuscrita, en fin, para lo que sea es bonito ser un libro y quizá algún día logremos llegar al cielo de los libros, ese lugar maravilloso llamado “Biblioteca”.

Tristemente, muchos de mis hermanos han tenido que padecer la más dura y cruel de las enfermedades humanas, se expande por el mundo como si fuera un gas venenoso y penetra en todos lados; me refiero al “Olvido”, el virus más mortífero para nuestra raza literaria, muchos yacen en miles de bibliotecas y salas de lectura, en casas, en basureros, en comercios donde son vendidos como pedazos de papel, por kilogramos y por libras, yacen olvidados y llenos de polvo.

Mientras miles de pantallas digitales se prenden en la oscuridad planetaria, otros millones de hermanos mueren al estilo de “Farenheit 451”.

Existe una profecía que dice; “algún día llegará un nuevo Ser, un Mesías que hará que muchos resucitemos a una nueva vida, un hombre con sabiduría en sus manos que reclamará nuestro derecho de volver a nacer, de sus ojos caerá el velo, ese hombre tiene nombre: ¡El Encuadernador!”.

Que las palabras nos sigan acompañando y que los libros se multipliquen como las estrellas. ¡Feliz Día del Libro!

Lo más leído

skeleton





skeleton