Valladolid, transporte público y cultura vial
Joed Amílcar Peña Alcocer: Valladolid, transporte público y cultura vial.
Es usual pensar que el desarrollo de una ciudad se puede medir por el número de negocios o franquicias que deciden establecerse en ella, aunque éstas, en términos reales, no aporten a la mejora de las condiciones de vida de sus trabajadores y tampoco dinamicen el campo de la competencia comercial o el de las ofertas laborales. Tendemos en creer que los signos del progreso o la consolidación del estatus político de ciudad se vinculan estrictamente a factores económicos o empresariales, la realidad es otra. La extensión y calidad de los servicios públicos, así como la profesionalización de su gestión, son determinantes en la experiencia de vida de las personas que habitan pueblos, villas y ciudades. Hemos de imaginar cuál categoría de población tiene los mejores servicios públicos. Un desarrollado sistema de servicios turísticos no hace más por una comunidad que un buen servicio de transporte público.
Desde hace varios años Valladolid enfrenta un serio problema, su servicio de transporte público es insuficiente y deficiente: rutas limitadas, horarios arbitrarios y pocas unidades. Nada que haga justicia al espíritu de “la segunda ciudad más importante de Yucatán”. No obstante, ahora se tiene una mejor opción con la llegada del “Va y Ven”, un servicio de transporte que se implementó, no con pocas críticas, en la ciudad de Mérida hace ya meses.
Una de las características del antiguo “servicio de combis” de la Sultana de Oriente es que todas las rutas llevan al centro, por lo que es poco habitual hacer transbordo en los trayectos de la casa al trabajo o escuela. Por otra parte, el servicio de taxi es barato en comparación a su homólogo de Mérida y es muy utilizado. Estos elementos condicionan la recepción del “Va y Ven”, un sistema moderno y cómodo, pero que tiene rutas que no pasan por el centro y que implican transbordar. Hay un margen de adaptación que se tendrá que superar.
Mejorar el transporte público sí es un signo de progreso y desarrollo, ya que se crean condiciones para vivir mejor en la ciudad y brinda a la ciudadanía una prueba de la capacidad del Estado para suplir necesidades básicas. Aunque la consolidación de este progreso no se da sólo a través de aspectos materiales, hay un elemento importante de inmaterialidad: la formación de una cultura ciudadana que esté a la par del progreso que anhela. Junto al servicio de transporte de toda ciudad se encuentra la cultura vial de sus habitantes. La convivencia entre conductores y peatones en Valladolid es, por decir lo menos, complicada: motocicletas que se pasean imprudentemente entre los autos a toda hora del día, peatones caminando a mitad de la calle cada tanto tiempo y pasos peatonales que son tierra de nadie.
La llegada de un nuevo sistema de transporte público ha hecho que los vallisoletanos visibilicen los problemas de su cultura vial: conductores que obstruyen los paraderos e invaden los pasos peatonales y taxistas que protestan por el mejoramiento del servicio público. El progreso material llegó al servicio de transporte público de Valladolid, pero, ¿para cuándo el “progreso” en nuestra cultura ciudadana? Esperemos que pronto.