Conocí a Carlos Denegri una tarde de septiembre. Las páginas de “El vendedor de silencio”, de Enrique Serna, fueron el lugar de presentación. Poseedor de un talento innato para granjearse el favor de los poderosos, una capacidad aún mayor para ser cómplice y hacer cómplices en el sistema político mexicano. Dueño de una pluma tan edulcorada como ponzoñosa, útil fusil en el campo de la opinión y chisme público de la primera mitad del siglo XX y un poco más allá.

No es fácil ignorar su condición de periodista consagrado en las lides de la adulación, su reconocido lugar como oráculo de la ciudadanía. Un dandi de las rotativas, un posible elegido para la misión noticiosa. Quien no lo conoce lo compra.

Con envidiable agilidad narrativa, entretejiendo lo verificable con lo verosímil, Enrique Serna no presenta la intimidad de Carlos Denegri. Un sepulcro blanqueado. Miserable y contumaz misógino, odiador y golpeador de mujeres. Periodista corrupto y barbaján, consumidor insaciable de impunidad. Denegri es un caso de talento desperdiciado, excelente ejemplo de falsos arrepentimientos y de pensares retorcidos.

El retrato de su vida que nos ofrece “El vendedor de silencio” nos confronta con el México machista del siglo pasado, aquel que creemos que se fue con los años. ¿Cuál es el origen del odio a las mujeres? ¿Cómo construimos traumas autodestructivos? ¿Cómo nos volvemos fieles seguidores de nuestras mentiras personales?

La novela escrita por Serna es un paseo por la construcción de la misoginia y el machismo de todos los hombres que son Carlos Denegri. Una lectura cruda sobre el trayecto de vida de una de las figuras más preponderantes del periodismo mexicano del siglo XX. Su paso a la historia, al limbo de la historia, se debe precisamente a las sendas que decidió transitar, buscando el peor final posible, aunque muy a tono con el espíritu de los círculos sociales en los que decidió moverse.

Se trata de una novela escrita con una agilidad imaginativa sobresaliente. Esto es más destacable si atentemos que la licencia literaria logra amalgamarse de una manera convincente con un proceso de la investigación documental bien ejecutado. Se trata de una novela histórica que explora dos aspectos fundamentales en el México del siglo XX: un sistema político viciado y un machismo letal.

La estructura narrativa, la construcción de los argumentos, la credibilidad sobre los escenarios en los que se desenvuelven los personajes está ahí para el disfrute lector. Sin embargo, el contenido va más allá del simple ocio, siendo útil, en mi opinión, para la enseñanza de la historia sobre la sociedad y cultura mexicana del siglo XX, aquella que nos heredó muchos vicios y males que se niegan a morir: la corrupción y el miserable machismo asesino.