Los libros imaginarios

Joed Amílcar Peña Alcocer: Los libros imaginarios.

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La imaginación tiene un poder inusitado sobre el hombre, pudiendo causar la más profunda desesperanza o la más firme convicción para conseguir lo imposible. Nuestros temores muchas veces tienen su origen en peligros inexistentes, la oscuridad se trasforma en un ente extraño por los artilugios de la mente. Los escritores se han dado a la tarea de crear personajes, hechos y objetos que son producto único de la imaginación, pero que más de un lector percibe como algo existente que le produce temor real.

Muchos escritores han hecho de los libros una parte importante de sus ficciones, juegan con la idea de libros únicos, dentro de estos los más temidos son aquellos que encierran enseñanzas oscuras, contenidos malditos que dan cuenta de seres multiformes que llevan a la perdición a la humanidad. Los grimorios son textos de enseñanzas místicas que datan de la edad media, el Necronomicón, el más famoso de todos ellos, es inexistente. Se trata de una invención de Howard Phillips Lovecraft para su relato “El sabueso”, en el que un par de saqueadores de tumbas, después de profanar una en la que descansaba un vampiro, sufren las consecuencias de haberse aproximado a un ser que poseyó el libro maldito.

El Necronomicón ha causado temor en más de una persona que creyó encontrárselo en un rincón de la biblioteca, es el deseo de muchos bibliófilos y ocultistas que se resisten a creer que el texto es una invención. El propio Lovecraft escribió una breve historia sobre el origen del libro, en ella argumenta que el Necronomicón fue escrito en arabia y originalmente se llamó Al-Azif, frase que hacía referencia al murmullo de los demonios. El libro y los seres de los que sus páginas hablan ya forma parte de la cultura popular, haciendo presencia en películas, novelas e incluso juegos de video. Los empeños por hacer real la ficción siempre acompañan al género humano. Libros como El Rey de Amarillo, invención de Robert William Chambers, Las Estancias de Dzyan o Las causas de Mezathotep, se unen al conjunto de textos malditos imaginarios que aún asombran al lector.

No todos los libros producto de la imaginación acarrean consecuencias funestas. Rebelais en su obra Gargantua y Pantagruel da un breve listado de libros que serían, de existir, la delicia de los curiosos. Dos de ellos son Ars Honeste Petandi in Societate, un tratado sobre cómo soltar flatulencias en público, y De Modo Cacandi, que en el título hace evidente su propósito. Los libros imaginarios en este caso pueden ser considerados como una burla a la idea del libro como conocimiento.

Yucatán no ha sido desprovisto por sus escritores de libros imaginarios, Pantaleón Barrera, bajo el seudónimo de Napoleón Trebarra, publicó, a mediados del siglo XIX, la novela Los Misterios de Chan Santa Cruz. En el capítulo VI de la novela la familia Collí recibe en herencia un legajo que lleva por título Apuntes para la Historia de la Sublevación de los Indígenas de Yucatán, texto en el que se cuentan los hechos más notables de la Guerra de Castas.

En estos textos inexistentes se congrega el poder de la lectura e imaginación que debe hacernos más conscientes de nuestra realidad.

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