Opinión y medios de comunicación en México

Jorge I. Castillo Canché: Opinión y medios de comunicación en México.

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En el proceso de Independencia de la entonces Nueva España aparecieron los primeros periódicos bajo la cobertura legal del constitucionalismo gaditano liberal de 1812 y la Constitución de Apatzingán de 1814; era el inicio de la libertad de prensa y de la formación de la opinión pública moderna.

Durante buena parte del siglo XIX el periodismo mexicano fue escenario de las batallas político-ideológicas entre liberales y conservadores para defender y difundir sus ideas sobre el tipo de país que deseaban construir. Pelearon tanto con la pluma y la espada por la República o la Monarquía hasta la caída del Segundo Imperio de Maximiliano. A partir de ese momento se impuso la visión de un país republicano, democrático y laico. En esa disputa por la nación se destacaron historiadores, literatos, abogados y médicos, formados en buena medida en las instituciones de educación superior y universitaria de carácter público como los Institutos de Ciencias y Artes. A fines de ese siglo, entre la República Restaurada y el Porfiriato, aparecieron periódicos y revistas donde escribían mujeres, principalmente profesoras, irrumpiendo en la vida pública hasta convertirse en protagonistas de la vida política y social en el contexto de la Revolución Mexicana y en la construcción de las instituciones posrevolucionarias.

A esas épocas se asocian periodistas, profesoras y activistas sociales como Juana Belén Gutiérrez, Hermila Galindo, Elvia Carrillo Puerto, entre otras, cuyos escritos enriquecieron el debate público sobre el rumbo de la nación. Con el siglo XX bien entrado y la aparición de otros medios de comunicación como la radio y la televisión, la prensa dejaría de ser la única forma para construir la opinión pública. Entraron en escena otros actores que con el tiempo se volverían profesionales como locutores, periodistas y reporteros, así, con un micrófono en la mano o frente a la pantalla, han incidido desde entonces en lo que muchos mexicanos piensan de la política, la economía o de los problemas sociales de este país. Desafortunadamente y cuando menos desde el Porfiriato, ha existido esa subvención a los medios de comunicación a través de dinero en efectivo, compra de determinado número de sus publicaciones o de espacios comerciales y publicidad, que ha corrompido a muchos en la noble tarea de informar con honestidad, responsabilidad y, sobre todo, con la verdad.

En las últimas décadas del siglo pasado y lo que llevamos del XXI aparecieron los medios de comunicación digitales (Internet y plataformas como YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, Whats App, TikTok) a los que se han tenido que adaptar los antiguos medios de información. Esta nueva etapa tiene la gran ventaja de comunicar, en tiempo real o en pocos minutos u horas, de lo que pasa no sólo en la localidad, sino a nivel nacional e internacional. Esto supone hoy una ciudadanía mexicana y la del mundo en general, mejor y más rápidamente informada que la de los siglos anteriores; sin embargo, en estas formas nuevas de comunicar circula información falsa que al no cuestionarse se replica y forma cadenas de mentiras al instante. Urge romper ya por el bien y la sana convivencia en nuestro país con esta cada vez creciente e incorrecta situación.

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