Gracias a Paz, sí, a Octavio Paz
José Luis Ripoll Gómez: Gracias a Paz, sí, a Octavio Paz.
Escuché en un café del centro de Mérida: “Paz ya se unió a Morena”. Mi pensamiento inmediato: “pero si don Octavio murió en 1998”. Efectivamente no era Paz Lozano, sino Paz, el ex del PAN. Entonces hice las siguientes reflexiones:
Primera: Las sociedades modernas están llenas de perversos. Muchos son maldicientes, lambiscones, patiños y serviles entre otros. José Ingenieros lo asevera: “Los maldicientes florecen por doquier: en los cenáculos, en los clubes, en las academias, en las familias, en las profesiones, acosando a todos los que perfil alguna originalidad. Hablan a media voz, con recato, constantes en su afán de taladrar la dicha ajena, sombrando a puñados la semilla de todas las yerbas venenosas”(1). Los serviles son primos hermanos de los maldicientes, saben dónde y cuándo untarse, en cuál momento desaparecer. Son magos de halago, del falso elogio a quien detenta el poder. En general los poderosos siempre se rodean de ansiosos prosélitos.
Segunda: “Al poder le ocurre lo que al nogal, no deja crecer nada bajo su sombra”, sostiene el escritor español Antonio Gala. Muchos entienden el poder político para mandar, no para compartir. La representación política demanda políticos bien preparados y dedicados al arte de la cosa pública, no improvisados que hacen del quehacer político prácticas de sometimiento sobre los ciudadanos.
Tercera: Contrario a lo sostenido por Aristóteles, Eugene Delacroix, pintor francés señala: “El hombre es un animal sociable que detesta a sus semejantes”. No creemos en esos términos, son los intereses económicos y políticos los que hacen que se vean como enemigos. Hay más gente buena que mala, solo que la maldad hace más ruido, vende más.
Cuarta: Karl Marx planteaba que la plataforma en la que descansa la base de las sociedades modernas es la económica, la que influye en las demás estructuras sociales, en hombres e instituciones. Coincidimos con esta aseveración marxista. Para bien o para mal, en general, así funcionan las sociedades. Poderoso caballero es don dinero.
Quinta: Discrepamos con Maquiavelo en considerar a la política como el arte de engañar. Pero debemos aceptar que la realidad se impone en esta condición a tal grado de considerar que es el mundo del ser y no del deber ser el que manda en este binomio. La realidad lacerante se impone a la idea razonable. El mundo actual está dominado por lo sensible, no por la razón.
Quinta: Para Aristóteles es el ciudadano virtuoso quien debe gobernar y encargarse de las cosas de la polis. El spoudaiós es el hombre digno de tomarse en serio. Es el que tiene una sensibilidad especial, una especie de arrojo o empeño. No es que sea diferente a los demás, es simplemente una condición. Octavio Paz Lozano fue un spoudaiós.
Gracias a Paz por provocar estas reflexiones, sí, a Octavio Paz Lozano.
Nota
1. Cfr. Ingenieros, José, El Hombre Mediocre, Editores Mexicanos Unidos S.A, México, 2017, p.75.