¡Extra!, ¡extra!, dejan de ser delitos
José Luis Ripoll Gómez: ¡Extra!, ¡extra!, dejan de ser delitos.
El problema del hombre no está en la bomba
atómica, sino en su corazón
Albert Einstein
¡Extra!, ¡extra!, dejan de ser delitos en Yucatán el homicidio y la violación. Imagínense que el día de hoy el Congreso del Estado deroga del Código Penal los tipos penales del homicidio y violación. ¿Saldría usted a asesinar y violar gente? Estoy seguro que no. Ningún ciudadano de “buen juicio” lo haría. Mi chichí (abuela) siempre nos recordaba que: “¡A Dios se le teme, pero también a Satanás!”. ¿Qué hace que nos comportemos correctamente en sociedad?
Los abogados sostendrían que es el miedo a la sanción, a la cárcel, al castigo del Estado. Sin embargo, los asesinos y violadores siguen cometiendo sus atrocidades con todo y ley en contra. ¿Qué es entonces lo que hace que ciertas personas se conviertan en asesinos y violadores? ¿Qué es lo que provoca la eficacia de la ley? ¿La ley puede transformar la realidad?, en la mayoría de los casos no.
La biología está más estrechamente vinculada al comportamiento individual y social que lo que hemos creído. Hoy, el neuroderecho intenta un fundamento sobre el comportamiento social del hombre motivado por sus procesos cerebro-neuronales.
El amor a la sabiduría no es la excepción. William James propone que la historia de la filosofía es en gran medida “la disputa entre temperamentos”. Cuando dos personales discuten en realidad son “dos amígdalas cerebrales en pleito”. Si rechazamos o aceptamos alguna teoría filosófica es porque se ajustan a nuestro pensar y, en gran medida, nuestras neuronas, hormonas, neurotransmisores satisfacen nuestras necesidades psíquicas y/o biológicas. En general, los humanos pensamos y creemos lo que nuestros procesos cerebrales nos revelan. Interpretamos la realidad desde nuestras hormonas y neuronas.
¿Por qué una persona asesina? ¿Lo hace porque le gusta? El caso de Charles Whitman es paradigmático para vincular directamente los comportamientos delictivos al cerebro humano. Ingeniero norteamericano que, la mañana del 1 agosto de 1966, asesinó a su esposa y a su madre, luego fue a la Universidad de Texas a matar personas. En su carta póstuma dijo que algo había sucedido en su cerebro, pedía ser estudiado para comprender su conducta. Efectivamente tenía un tumor en el cerebro que empujaba la amígdala hacia un extremo. Se considera que esa fue la razón para comprender su comportamiento criminal. En forma irónica se ha dicho que la historia de Whitman fue: “un tumor cerebral (glioblastoma) que agarró un rifle y mato a un montón de gente” (murieron 13 y 32 fueron heridas).
En su libro “Leyes, neuronas y hormonas”, Gerardo Laveaga sostiene que en los años por venir tendremos que redefinir muchos conceptos jurídicos y sociales a partir de la biología y, en especial, de las neurociencias.
Los humanos hemos explorado con cierto éxito el espacio exterior y desarrollamos robótica, streaming multimedia, teléfonos con GPS, electrodomésticos inteligentes, androides y robots caseros, pero no hemos sido capaces de descubrir el exacto funcionamiento del cerebro de mujeres y hombres.