No cualquiera es político

José Luis Ripoll Gómez: No cualquiera es político.

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En toda República que aspira a estar bien
administrada, sus ciudadanos deben estar
exentos de ocupaciones serviles, sólo que no
es fácil de qué manera ha de proveerse a esto.
Aristóteles

En los últimos meses en nuestro país (Yucatán no es la excepción) muchos esgrimen ser políticos. Se consideran “hombres y mujeres de Estado”, conocedores de los problemas de la ciudad y del arte de gobernar, pero ¿por qué quieren ser políticos?, pese a que no lo son. ¿Por qué ahora les nació el sentido de servicio?, ¿qué es lo que hace que una persona empiece a comportarse como político? La política es una actividad estereotipada con el dinero, con privilegios. No es verdad que cualquiera sea político.

Las sociedades están saturadas de gente perversa: maldicientes, lambiscones y serviles, entre otros. José Ingenieros lo asevera: “Los maldicientes florecen por doquier: en los cenáculos, en los clubes, en las academias, en las familias, en las profesiones, acosando a todos los que perfilan alguna originalidad. Hablan a media voz, con recato, constantes en su afán de taladrar la dicha ajena, sombrando a puñados la semilla de todas las yerbas venenosas”. Los serviles son primos hermanos de los maldicientes, saben dónde y cuándo untarse, en cual momento desaparecer. Son magos del halago, del falso elogio a quien detenta el poder. En general los poderosos siempre se rodean de ellos. No cualquiera es político.

“Al poder le ocurre lo que al nogal: no deja crecer nada bajo su sombra”, sostiene Antonio Gala. Muchos entienden el poder político como algo para mandar, no para compartir. La representación política demanda políticos bien preparados y dedicados al arte de la cosa pública, no improvisados que hacen del quehacer político prácticas de sometimiento sobre los ciudadanos. Contrario a lo sostenido por Aristóteles, Eugene Delacroix, pintor francés, dice que: “El hombre es un animal sociable que detesta a sus semejantes”. No creemos que el humano deteste a sus semejantes, son los intereses económicos y políticos los que hacen que se vean como enemigos.

Karl Marx planteaba que la plataforma en la que descansan las bases de las sociedades modernas es la económica, la que influye en las otras estructuras sociales, en los hombres o en las instituciones. Es cierta esta aseveración. Para bien o para mal, en general, así funcionan las sociedades. El dinero es un fetiche posmoderno.

En la política actual, casi todos pretenden engañarnos constantemente. Discrepamos con Maquiavelo en considerar a la política como el arte de engañar, pero debemos aceptar que la realidad se impone en esta condición al grado de considerar que es el mundo del ser y no del deber ser el que manda. La realidad lacerante se impone a la idea razonable. No cualquiera es político.

Para Aristóteles, es el ciudadano virtuoso quien debe gobernar y encargarse de las cosas de la polis. El spoudaiós es el hombre digno de tomarse en serio. Es el que tiene una sensibilidad especial, una especie de arrojo o empeño. No es que sea diferente a los demás, es simplemente una condición. No cualquiera lo tiene. No cualquiera es político.

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