La figura dicotómica llamada “Che”
José Luis Ripoll Gómez: La figura dicotómica llamada “Che”.
De él se esperaban todas las saetas
de la posibilidad y ahora se esperan todos
los prodigios en la ensoñación
José Lezama Lima
El pasado 9 de octubre se cumplió un aniversario más del asesinato de Ernesto Guevara de la Serna conocido como “Che”. Para muchos un matón desalmado, para otros un moderno Robín Hood. El “Che” mismo es una dicotomía. ¿Héroe o villano? ¿Dios o demonio?
Es imposible hablar de él sin apasionamientos. Todo personaje político tiene activos y pasivos. El “Che” tuvo sus aciertos y errores. Heroizar a los personajes históricos no es adecuado. Empero tampoco endemoniarlos. Hay que verlos de “carne y hueso”, como todos, con sus virtudes y contradicciones. Es innegable que fue un personaje de nuestro tiempo. Hoy sería un “influencer” y activista.
En Cuba, durante muchos años, lo endiosaron. Para el sistema era perfecto, no lo podían mostrar débil, sino cuasidivino. El “Che” golfista, el “Che” jugador de ajedrez, el “Che” basquetbolista, etc. Para el régimen todo lo que hacía, lo hacía bien. Es verdad que fue un soñador, un personaje desafiante, libertador, un hombre sencillo: incluso siendo director del Banco Nacional de Cuba realizaba trabajo voluntario de albañil los domingos y convivía con las personas más humildes del estrato social cubano sin ningún prejuicio social. Los billetes que emitía el banco de Cuba los firmaba con un simple “Che”. Siempre con su boina de la resistance, barbudo de la Sierra Maestra, sufrió toda su vida asma; encarnó como nadie los sueños de libertad, igualdad y justicia social, hoy en duda ante el utilitarismo y la ganancia maximizada.
En la actualidad la imagen del “Che” es símbolo de resistencia y protesta en todo el orbe. Donde hay una bandera con su imagen, hay protesta. Empeñado por hacer la revolución en África y luego en América, abandona el poder en Cuba y se infiltra con poca fortuna en el Congo. Luego reaparece en Bolivia donde sin el apoyo de Fidel es tomado prisionero por efectivos del Ejército boliviano en coordinación con agentes de la CIA. Las condiciones en Bolivia no eran las mismas que en la isla de Cuba. Ernesto Guevara era una verdadera preocupación para Washington. No podían correr el riesgo de que siguiera haciendo revoluciones en América Latina. Había, por lo tanto, que exterminarlo a como diera lugar. Estaba en la mira.
El “Che” es capturado y asesinado en Bolivia en 1967. Se sabe que con sus últimas palabras cerró con “broche de oro” su coherencia política, al dirigirse al tembloroso hombre que lo apuntaba con un rifle: “¡Párese derecho y apunte bien, que está por matar a un hombre!”. Moría el hombre, nacía el mito.