La filosofía como terapia. Entre risas y chascarrillos (y II)

José Luis Ripoll Gómez: La filosofía como terapia. Entre risas y chascarrillos (y II)

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¿De qué sirve un filósofo que no hiere
los sentimientos de nadie?
Diógenes de Sínope

La filosofía es diferente a otros oficios y profesiones. Por ejemplo, los toreros cuando salen al ruedo, “partir plaza” se dicen en el argot taurino, son recibidos entre aplausos antes de que realicen la faena frente al burel. Sólo hasta el final de presentación de un libro se emiten aplausos. Con los filósofos no ocurre eso, su trabajo es tan ambivalente, que cuando terminan de escribir una obra, se puede dar el caso que se fragmenten en sus hogares para “lavar trastes” o simplemente poner “los platos de la comida”.

Una de las primeras circunstancias conocidas que caen en lo burdo de la filosofía es el viejo Tales de Mileto, quien, caminando absorto con sus ideas cayó en enorme zanga callejera. Por pensar en el más allá se olvido del más acá.

Los propios diálogos en la República de Platón tienen su dosis de humor, a pesar que pocos vean esa comicidad. El Príncipe de Maquiavelo es una obra eminentemente humorística. Constantemente plantea escenas cómicas, llenas de ironía, entre la ética y la política. Sócrates, como obra literaria de Platón, ya que es lo único que conocemos de él, está lleno de humor: “Yo sólo sé, que no sé nada”, es risa pura. El español quijotesco don Miguel de Unamuno y Jugo es cómico pese a su aspecto de seriedad, cuando dice: “no quiero morirme, no, no quiero; ni quiero creerlo; quiero vivir siempre, siempre, siempre…”. Desde luego que él sabía que estaba pidiendo lo imposible y, sin embargo lo hacía. Ironía, ingenio, obsesión y agudeza.

De la historia de la filosofía se puede extraer recomendaciones para la vida. Pasó un ministro del emperador y le dijo a Diógenes el perro: “¡Ay, Diógenes! Si aprendieras a ser más sumiso y a adular más al emperador, no tendrías que comer tantas lentejas, a los que Diógenes contestó: Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que ser sumiso y adular tanto al emperador”.

La historia de la filosofía está plagada de anécdotas que nos pueden servir para nuestro día a día. No tener prejuicio por las biografías y las contradicciones de los autores, sino privilegiar ideas. Temas que van desde el tiempo, la muerte, el amor y la amistad, pasando por el Estado y la política. Todas las circunstancias de la vida pueden ser susceptibles de análisis filosófico hasta el futbol y el ajedrez.

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