El león no se desleoniza, el perro no debe desperrozarse

José Luis Ripoll Gómez: El león no se desleoniza, el perro no debe desperrozarse.

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Un tema filosófico abordado por varios, quizá no con la profundidad debida, es la relación del hombre con los animales. ¡Quien maltrata a un animal no puede ser buena gente!

Una parte importante del actuar de los humanos tiene su fundamento en usos, comportamientos y costumbres que integran su cultura. Por ejemplo, los que están en contra de la tauromaquia, porque según ellos, sufre el toro bravo, no dicen nada respecto del pez o del pollo que mueren con sufrimiento. El primero es enganchado con un anzuelo que se traba en su boca cuando acude al engañoso cebo. Los pollos y los cerdos son sacrificados en masa de forma no muy pulcra. Sin embargo, no existe reclamo alguno por esta causa. “El hombre es el animal más cruel”, dijo Friedrich Nietzsche.

Sin pretender justificarla, es cierto que la tauromaquia parece bárbara, primitiva, caduca, pero muchos actos de nuestra sociedad actual también lo son y no se señala nada contra ellos. A decir de Savater: “Difícil veo que el ritual taurino pueda ser considerado bárbaro. Y si se trata de la suavidad de las costumbres…, bueno, entonces digamos de una vez que el bárbaro no es quien olvida respingar ante cualquier sangre derramada, sino quien ignora la razón por la que la humana es absolutamente más preciosa que cualquier otra”. La tauromaquia como arte vivo no es para las masas.

El hombre es el único animal que mata sin tener necesidad de hacerlo, los animales sólo lo hacen para sobrevivir. Empero la moral tiene criterios estéticos. Se ve con buenos ojos matar cucarachas o alacranes, no mariposas. Ortega y Gasset sostuvo que el león no se desleoniza ni el tigre se destigra. El humano es el único que se deshumaniza. No desperremos al perro. Es decir, no le quitemos su esencia de animal.

En el extremo del maltrato animal, en los últimos años una práctica socorrida es tratarlos como si fuesen humanos. Incluso algunos han tratado de darles calidad de miembros de familia. Con todo respeto, sostenemos que es probable que estemos ante un problema de algún trastorno de la personalidad. En Nuevo León, una persona promovió un procedimiento judicial para reconocer a su perro Octavio como un miembro familiar. Aunque parezca una aberración, este individuo quería que su canino sea oficialmente parte de su familia y no posea la calidad de mascota. Afortunadamente, el juez negó con el argumento que no es humano, por lo tanto no tiene los atributos de una persona física y, además, la condición de miembro no le impide el derecho de tenerlo como posesión o mascota y, en segundo lugar, dicha pretensión individual de adoptar por la vía civil al canino no se encuentra protegida por tal derecho (Expediente de amparo 17/2020). Debemos tener mesura en estos temas. Tratar a los animales con dignidad, pero no caer en los extremos.

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