Elocuencia y poder. El necio y el prudente
José Luis Ripoll Gómez: Elocuencia y poder. El necio y el prudente.
Elocuencia es poder, porque se asemeja a la prudencia. Hobbes
En la posmodernidad, el hombre no dialoga, impera el relato, hace falta dialéctica. Elocuencia para convencer, no para vencer. En contrasentido, la posmodernidad propone acostumbrase a pensar, como diría Lyotard, sin moldes ni criterios. Sin nada preestablecido, sin “el manual”.
Según el Diccionario de la Lengua Española, elocuencia es la eficacia para persuadir o conmover que tienen las palabras, los gestos, ademanes y cualquier otra acción o cosa capaz de dar a entender algo con viveza o la facultad de hablar o escribir de modo eficaz para deleitar, conmover o persuadir. Por tanto, ser elocuente significa tener la capacidad de convencer con fundamentos y racionamientos. No es utilizar sólo la oratoria como sostenían los sofistas. “Al final de la razón viene la persuasión”, reflexiona Ludwig Wittgenstein.
El mismo Diccionario dice que templanza es cautela, moderación, sensatez y buen juicio. Tener templanza es tener capacidad de controlar los impulsos y pasiones que tenemos los humanos. Es lograr someter las fuerzas de los impulsos viscerales que todo individuo posee en mayor o menor grado. Pero también ser prudente es ser provisorio. Por ejemplo, como se dice coloquialmente, un hombre prudente no pone los huevos en el mismo cesto. El prudente, prevé situaciones que pueden ser complicadas, establece plan “A”, “B” y “C”. Otro ejemplo de prudencia es que mantiene la boca cerrada en lugar de decir cosas. “El necio muestra en seguida su enojo; el prudente pasa por alto la ofensa”, refiere Salomón, rey israelita.
Platón sostenía que la prudencia era una virtud cardinal. Es decir, una cualidad fundamental de los humanos. La elocuencia es poder, porque quien la posee la debe manejar como si se tratara de prudencia, ser elocuente significa saber cuándo utilizarla y cuando abstenerse. Se utilice o no, siempre se pretenderá lograr un propósito determinado. “El hombre prudente sólo piensa en sus dificultades cuando ello tiene algún objeto. Cuando no, piensa en otra cosa”, señala Bertrand Russell.
Poder es posibilidad, pero también podría ser abstenerse. Quien tiene el poder controla los actos, sean en sentido afirmativo o en negativo. Poder es posibilidad de hacer o no hacer.
Cuando se habla del poder, casi automáticamente llega a la mente el político. Sin embargo, el poder va más allá de este binomio lingüístico. Existen varios tipos de poder: el económico, el propio poder político, el físico, el poder mental, etc. En la sociedad contemporánea casi todas las relaciones son de poder, en el trabajo, en la universidad, en el colegio, entre gobernantes y gobernados, en las empresas e instituciones de cualquier índole, en las no gubernamentales incluso en la familia; la sociedad actual y la vida del hombre moderno se desarrolla a través del poder. Pero, ¿qué es realmente el poder? Dice la RAE que es tener expedita la facultad o potencia de hacer algo. Son las relaciones de mando y obediencia, en grupo es un fenómeno sociológico. El padre, el jefe, el maestro, los policías, la autoridad, el juez o cualquier otro hacen relaciones basadas en el poder.
Como asevera Foucault: “El poder no es, se ejerce”. Es siempre una relación. Alguien manda y otra obedece. Es una especie de relación simbiótica. Ambas partes se necesitan, se complementan para lograr sus objetivos y propósitos.