Diálogo en 1811. Desde el más allá en el más acá

José Luis Ripoll Gómez: Diálogo en 1811. Desde el más allá en el más acá.

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Jeremy Bentham fue filósofo, jurista, economista y politólogo. Su filosofía se basa en la utilidad de las leyes y los procedimientos diversos, todo para ser útil a los individuos. Como jurista, ejerció la profesión hasta que cierta circunstancia personal hace que se dedique más a escribir, criticando severamente el legalismo de la época. Fue un duro analista del sistema jurídico de su tiempo. Una de sus frases célebres es: “La máxima felicidad para el mayor número posible de personas”. Nace en Oxford en 1748 y muere en 1832 a los 84 años de edad.

Platicamos con él en 1811 en Inglaterra, al principio no quería dialogar, antes bien accedió. Así fue:

Yo.– Abogado Bentham: ¿el derecho y las leyes en general deben ser utilitarias para los individuos?

Jeremy Bentham.– Desde luego, ese es el fin último de la ley, hacerlas prácticas utilitarias para que puedan solucionar los problemas humanos. Aquello que no le interesa al hombre tampoco lo asumo como un deber y, por tanto, en términos generales no la cumple.

Yo.– ¿En dónde radica la diferencia entre lo justo y lo injusto?

Jeremy Bentham.– No depende de los motivos que de ella se derivan, sino de las consecuencias que de ella se producen.

Yo.– Pero entonces no tiene que ver con alguna teoría causalista. (Relación entre causa y efecto).

Jeremy Bentham.– No tiene relación, yo solo destaco la parte de la consecuencia sin atacar la causa.

Yo.– Usted fue un crítico de las leyes mal elaboradas. ¿Ya desde su época se aprobaban leyes mal redactadas? Entonces este mal de la sociedad no es actual, sino desde muchos años atrás se arrastra el mismo fenómeno jurídico. Dicen que uno nunca se debe enterar del modo como se hacen las salchichas y las leyes.

Jeremy Bentham.– (Risas) Supongo que leyes mal elaboradas siempre han existido. Creo que la representación popular es un mito convertido en mandato de ley. El legislador no está para elaborar leyes, ya que se pierde en lo estatal y, al final, termina defendiendo intereses del gobernante en turno y no piensa en la ciudadanía que lo eligió.

Yo.– Cierto, abogado, ¿cuánto diputado iletrado hay? No saben más que defender intereses ajenos, que los partidos les imponen como condición disciplinaria para seguir avanzando en sus “carreras” políticas. De lo contrario se hunden por no acatar mandatos políticos. Al final de todo esto terminamos hablando más de política que de legislación, que es lo que sólo debemos mencionar. Los demagogos se desgarran las vestiduras defendiendo la supuesta “representación política”.

Jeremy Bentham.– Exacto. El trabajo legislativo requiere de letrados en temas de técnica legal. Gente experta en elaboración de leyes, no políticos ignorantes, obsesionados por el poder, que en aras de la representación popular y basándose en un sistema político electoral usurpen cargos populares.

Yo.– Bueno, abogado, usted lo vivió hace siglos y seguimos hablando del mismo tema, cientos de años después. ¿Por qué será?

Jeremy Bentham.– Es verdad, quizá sea porque el tema de la legislación era y sigue siendo columna vertebral del progreso social de las sociedades humanas. Leyes justas y transparentes son las que necesitamos sin beneficiar a unos en perjuicio de otros. En esto consiste la importancia de las leyes y de la legislación.

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