Experiencia del Cine Club de la Universidad de Yucatán: notas históricas
Atalaya histórica, columna de José Ramón Pérez Herrera: Experiencia del Cine Club de la Universidad de Yucatán: notas históricas
Desde su surgimiento, el cine ha despertado un interés inusitado en diversos ámbitos de la vida social, cultural y política. A finales del siglo XIX, el cinematógrafo irrumpió como una de las principales novedades impulsadas por el progreso de la época. Su aceptación fue rápida y sus adeptos se multiplicaron en todo el mundo. Durante el siglo XX, el cine se convirtió en una herramienta de propaganda ideológica y política, además de consolidarse como un medio de entretenimiento, comercial y pedagógico.
En este contexto, el cine como recurso pedagógico encontró en las instituciones educativas un amplio sector que procuró su uso como una estrategia para facilitar el aprendizaje y fomentar la cultura entre el estudiantado. Fue así como, en 1979, se creó el “Cine Club Universitario” como parte del Programa de la Difusión del Conocimiento de la Universidad de Yucatán (UDY). En aquel entonces, esta iniciativa estaba bajo la coordinación del ingeniero Roberto Mac-Swiney Salgado, en colaboración con
la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Alianza Francesa de Mérida.
De acuerdo con la presa de la época, el Cine Club era una añoranza de la ciudad, pues desde hacía tiempo se mencionaba que “rebotando de boca en boca y de queja en queja, lamentándose los meridanos que no hubiera en nuestra ciudad un organismo dedicado a ofrecer los clásicos del cinema y así promover la educación visual correspondiente entre los aficionados al Séptimo Arte".
Se hizo alusión a varios intentos previos sin que ninguno lograra el éxito necesario para su consolidación. Se destacaba que el club permitía la promoción de una educación cinematográfica de calidad, equiparable a la proporcionada en ciudades como Londres, París y Nueva York.
El Cine Club Universitario inició sus funciones el 27 de enero de 1979 en el auditorio “Manuel Cepeda Peraza” del edificio central de la Universidad de Yucatán con un primer ciclo titulado “Dos grandes directores”, en la que se exhibió la siguiente programación cinematográfica: Intolerancia de Davin W. Griffith, La huelga de Seguei Eisenstein y La línea general del mismo director. Para cada una de las funciones los asistentes pagaban una cuota de recuperación de diez pesos. Otras películas que se proyectaron fueron: El Delator de John Ford; el Perro andaluz de Buñuel; Metrópolis de Frizt Lang; Nosferatu de F. W. Murnau;
el Hombre de aran de Flaherty y muchas otras.
Las funciones de cine se convirtieron en verdaderas sesiones académicas de análisis cinematográfico e histórico. Estas sesiones estaban a cargo de Fernando Marrufo, quien, antes de la proyección, realizaba una breve exposición sobre el contexto histórico de la película y particularidades estéticas. Al finalizar, se entablaba un diálogo con el público sobre su apreciación del filme.
La propuesta cinematográfica impulsada por la Universidad de Yucatán se fundamentaba en la promoción de la cultura y el arte tanto entre la comunidad universitaria, como en la sociedad en general. Se consideraba una opción de mayor valor frente a lo que se denominaba como una “ola de pornografía y violencia y contenido espiritual nulo del cine comercial”.