La crisis de los 50… bofetada de realidad
Juan Manuel González Ponce: La crisis de los 50… bofetada de realidad.
Cuando estás en tus 30 años empiezas a escuchar sobre la crisis de los 40, y la verdad es que depende del tipo de vida que lleves, algunos tenemos el privilegio de no sufrir esa crisis tan famosa de la que tantos hablan. Lo que sí es una realidad, es que cuando llegas a los 50, independientemente de la vida que lleves, empiezas a sentir los estragos de la edad. Si llevas una vida sana en tu alimentación, con ejercicio y con espiritualidad, lo vas a resentir menos, sin embargo, ahí es cuando resientes lo que nunca antes habías experimentado. Y lo que es verdad, es que mientras menos lo aceptes, más difícil se te va a hacer pasar ese período. Lo que nos queda simplemente es aceptarlo y vivir esa etapa con las benevolencias que la misma trae, porque no todo es negativo y malo, sólo es diferente.
Aquí te dejo 5 señales de la crisis de los 50.
1. Te duele lo que nunca te ha dolido: aun hacer ejercicio cuesta más trabajo hasta para los que somos disciplinados, pues el rendimiento va en bajada y se comienzan a sentir los estragos físicos. Comenzamos a sentir dolores que jamás habíamos experimentado, la carga del trabajo a nuestro cuerpo ya no puede ni debe ser la misma.
2. Tu detector de toxicidad aumenta: la experiencia de los años aumenta tu percepción de la energía y vibra de la gente. Te vuelves menos tolerante y no permites que nadie que cargue ese tipo de energía esté a tu lado. Algunos te comentarán que cambiaste y la verdad es que sí, porque no estás dispuesto a perder tu tiempo con gente que no aporte nada a tu vida.
3. Tus movimientos son limitados: lo que antes se te hacía fácil, ahora te cuesta más trabajo. Acciones como: bajarte del auto, subir escaleras, correr, estirarte, subir al techo de tu casa, se vuelven acciones que comienzan a costar trabajo hacerlas. Si te pasas del rango, ocasionas lesiones en ti.
4. Tu intensidad por la vida aumenta: en ningún momento en la vida empiezas a apreciar las cosas materiales y espirituales como en esta etapa. Comienzas a vivir más intenso cada momento, procuras más tiempo con la familia, viajando y haciendo actividades que siempre habías querido hacer.
5. Realizas actividades que nunca hiciste: ya sea por primera vez o por reactivarte, haces cosas que siempre quisiste y no pudiste, clases de pintura o de un instrumento o un idioma, te tatúas, compras lo que se te antoja, en fin, dedicas tiempo a ese tipo de cosas que te da la gana de hacer o tener.
Cuando te toque esta etapa, disfrútala.