El cambio climático y los ciclones más destructivos
Juan Vázquez Montalvo: El cambio climático y los ciclones más destructivos.
En la temporada de ciclones tropicales 2019, el huracán “Dorian” alcanzó la categoría 5 de la escala Saffir-Simpson, con dirección al norte de las Islas de las Bahamas, se desplazaba muy lento y la información del Centro Nacional de Huracanes de Miami, Florida, era que la afectación a esa zona de las Bahamas sería mayor de lo esperado, pero nadie se imaginó que se estacionaría desde la tarde del lunes hasta el amanecer del martes, para comenzar a 2 km/h y después a 7 km/h, permaneciendo casi 24 horas en el área, produciendo una devastación mayor, dado que la fuerza de sus lluvias y vientos impactaron por más tiempo.
Pero ¿por qué se detuvo tanto tiempo? La principal causa fue la calma de los vientos en la atmosfera superior, este tipo de eventos se ha observado que están aumentando en el planeta, ya que los ciclones no se desplazan por sí solos, sino que son movidos por corrientes de vientos llamados globales, influidas por los gradientes de presión en la atmósfera, las corrientes de aire a 5.500 metros de altura fueron tan débiles que dejaron a merced de un sistema de altas presiones que se encontraba en la zona de las Bermudas al huracán “Dorian”, y sólo cuando este anticiclón comenzó a moverse lentamente también comenzó el ciclón a circular hacia el noroeste. Esta situación no sólo se está presentando en el Atlántico, sino en todos los océanos del mundo en los que se tienen ciclones. Estos patrones generalmente son consistentes con los cambios esperados en las circulaciones atmosféricas que están siendo forzadas por las emisiones antropogénicas, según ha dicho el NOAA, y esto, al repetirse, podría ser condicionado por causa del mismo cambio climático; aunque la Universidad Estatal de Colorado, a través del Dr. Phil Klozbacht, ha dicho que no existe evidencia de que el cambio climático esté generando más ciclones, pero lo que sí está provocando son las condiciones para que se hagan más destructivos, como sucedió con “Dorian”, que es el quinto huracán más intenso que se forma en 4 años en el Océano Atlántico.
Hay un consenso sobre que los océanos más cálidos están conduciendo a que los ciclones adquieran mayor intensidad, pero no que sean más frecuentes en su formación. La frecuencia de los fenómenos intensos se ha multiplicado desde el año de 1980, y el riesgo de tener huracanes con vientos de 250 km/h sostenidos se ha triplicado desde entonces. Se tiene la sospecha de que un clima más cálido conduce a una reducción de los vientos sobre los trópicos, por lo que los estancamientos de los ciclones ya son una realidad y sus efectos ya se sienten en todo el mundo.
En este ambiente estamos, ante lo que promete ser una hiperactiva temporada de ciclones 2024, con 23 formaciones con nombre, algo jamás pronosticado por la Universidad Estatal de Colorado, EE.UU., información que fue reafirmada en su segundo pronostico correspondiente al mes de junio, y ya hubo un fenómeno, la tormenta tropical “Alberto”, misma que dejó severas inundaciones en la Península de Yucatán, no vistas desde el año 2020, lo que también favoreció la recuperación de ríos, presas y lagos de la región noreste del país, un sistema de mucha agua.