Estas palabras las leerás mañana
Julia Yerves Díaz: Estas palabras las leerás mañana.
Recientemente el futuro se acerca, se aparece entre las previsiones del tiempo y nos acosa con un calor que se hace presente en un abrazo que más bien abrasa, aprieta, llena de agobio entre sentimientos confusos de no saber ya qué es lo que ocurre, si una temporada cálida familiar que regresa como la promesa de una primavera que arde, o si todo aquello de lo que oímos hablar globalmente por fin se manifiesta con claridad alrededor de nosotros. Difícil saberlo. Lo cierto, lector, es que nos encontramos mirando hacia el futuro; futureamos.
Lo hacemos mirando al cielo cuando dejamos de tener los pies en el “hoy terrestre” y contemplamos al mañana pensando en lo que viene, en lo que haremos en tal o cual circunstancia de la que no podemos anticipar nada. Es como un juego cruel. Porque cuando pisemos ese tiempo al que ahora queremos correr, a ese futuro que nos distrae del presente, querremos detenernos para regresar al hoy, que entonces llamaremos pasado. Y en la tripita que se encoje cargada de nostalgia sentiremos un dolorcito indescriptible: no podremos regresar.
En “Estas palabras las leerás mañana”, poema de la escritora panameña Bertalicia Peralta, estamos frente a un recordatorio amable de todo aquello que en un futuro evidentemente no podremos hacer. Los versos no solamente se dirigen a uno y a sus capacidades, sino a la intimidad, a la complicidad humana y a las relaciones personales. Es un poema absolutamente completo. Pero, advierto, no son aires de lección, sino de oportunidad reflexiva, de oportuno consejo.
Así, tomamos como nuestros esos versos que dicen: “estas palabras las leerás mañana y te sorprenderás de cuán difícil era modularlas, no entenderás cómo era en estos tiempos mantenerse despierto a todas horas, recoger una pequeña piedra, cepillarte los dientes, jugar a la pelota, tener las manos limpias, acumular el deseo en la transparencia de unos ojos que también pudieron delatarte”.
Sin aires fatalistas, ya sea considerando un calor aún más abrasivo, un cuerpo más desgastado, una mente más olvidadiza, o una memoria selectiva que vaya en contra de nuestra voluntad, lo cierto es que, en una perspectiva futura, poca ventaja tendremos a comparación con lo que hoy tenemos. Habría que optar por la celebración cotidiana, por la fiesta que significa la autonomía de un cuerpo vivo cuando tanto ocurre alrededor nuestro, y cuando no sabemos qué palabras nuestras podremos, o no, leer en un mañana.