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La nueva sensación temporal que transcurre, si bien conocida y registrada en la memoria imborrable de la piel, se pudiera sentir ahora como un terreno desconocido. Y es que hemos recibido un abrazo por la espalda, de esos que no se esperan y toman por sorpresa creando una reacción automática para abrazar también de manera incómoda, a medio cuerpo, a media intención.

Sorprendentemente, y anticipado con temor, este abrazo prematuro viene a cambiar nuestros humores. Es el calor que llega, que abrasa y abraza e invade lentamente cada espacio de la casa para transformarlo, para dejar en el aire gotitas apenas visibles de una humedad pegajosa que recuerdan su presencia. No lo esperábamos tan pronto ni tan determinado; pero aquí está, invitando a practicar la resiliencia y considerar que esto también es parte de un tiempo que regresa, diferente y novedoso, aparentemente normal.

En “Todo es muy simple”, poema de la poeta uruguaya Idea Vilariño, estamos parados frente a una realidad expresada de la forma más humana posible, increíblemente honesta. En él, advierto que encontramos un sentimiento difícil de transitar si por estos días se navega con la consciencia plena del mundo, de la vida, del cuerpo, del corazón.

Usando los versos: “Todo es muy simple, mucho más simple y sin embargo aun así hay momentos en que es demasiado para mí, en que no entiendo”, la contundencia del poema comienza con la franqueza de quien habla de frente y en voz alta. No habla de algo en específico, ni de alguien, ni de un lugar. ¿Hablaría del tiempo? ¿De la vida?

Desde estos ojos, el encuentro tuvo guiños a lo que me rodea. A la normalidad de una tierra que se calienta sin medida, a lo simple que es de entender, pero lo difícil que resulta racionalizarlo en el cuerpo. También hace pensar en lo catastrófico de las posibilidades futuras cuando ya desde ahora lo volátil del clima da miedo, reta, invade, empuja. ¿Cómo será después?

Al final, realmente todo es muy simple, como la poeta comparte. Uno se acostumbra, se viste ligero, cambia su alimentación, camina por la sombra, mide con inteligencia sus tiempos, sus espacios, su vida. ¿Por qué, entonces, llega la confusión, el desespero, y el sentimiento de no entender lo que pasa?

Ante lo desconocido, el humano reacciona, se asusta, se confunde, hace algo. Pero para muchos en estos días, y en este arder cotidiano, más valdría, como la poeta indica, estarse quieto y asumir la vida, el tiempo, nuestro tránsito.

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