José María Iturralde Traconis, el Gran Kanxoc (y II)

Leonel Escalante Aguilar: José María Iturralde Traconis, el Gran Kanxoc (y II)

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Decía que mi abuelo Jacinto un día me narró, con cierto dejo de tristeza, lo ocurrido aquel fatídico miércoles 16 de junio de 1926. Esa mañana, muy temprano tomó el desayuno y enfundado en su traje tipo militar se dirigió a su finca Can-Ac a las afueras de la ciudad. Al medio día acudió con familiares y amigos a la celebración por el cumpleaños de su suegra doña Francisca Díaz viuda de Rivero.

Pasadas las dos de la tarde se despidió y, acompañado de su chofer Pedro Ceballos y de sus amigos Lucio Loría, Cesáreo Jiménez y Ernesto “Neto” Alcocer Osorno, abordaron aquel flamante Buick verde propiedad de don Pepe. Cuando Ceballos se disponía a poner en marcha el vehículo, Iturralde tomó el volante dejando a su chofer en el asiento delantero derecho.

“El señor Iturralde sumió el acelerador con fuerza hasta que la aguja roja del velocímetro marcó 80 kph y como una saeta desplazó el carro por las calles angostas que van del parque central al cementerio, tal como si fuera aquella rúa una pista de carreras de automóviles. Se apoderó de él el vértigo de la velocidad que lo mismo en su tren, en su carro o en su vida fue ansia insatisfecha.

Y fue cosa de dos o tres minutos, ya casi en la pequeña curva que va al cementerio, a la altura del viejo rastro, en donde hubo un árbol solitario, un cedro, y ahora se levanta un monumento en su memoria, el automóvil se estrelló con fuerza y estrépito volando ya convertido en chatarra con sus pasajeros lanzados en diversas direcciones” (del libro “El gran Kanxoc”, del Dr. Rafael Bustillos Méndez).

Don Pepe y su chofer murieron en el acto, por causa de golpes muy severos en la cabeza. Don “Neto” y Jiménez salieron disparados a varios metros de distancia quedando gravemente heridos. Los primeros en llegar para asistir a los heridos fueron los hermanos Dr. Demetrio y Daniel Ernesto Rivero Díaz, cuñados de Iturralde, este último presidente municipal de Valladolid; se sumaron otras personas quienes inmediatamente y con urgencia levantaron a los ocupantes de aquel funesto accidente.

Se informó al gobernador Dr. Álvaro Torre Díaz en un telegrama urgente lo siguiente: “Valladolid, 16 de junio de 1926. Depositado a las 16:20. Recibido a las 17:10. Sr. Gobernador del Estado. Mérida. Urgente. José María Iturralde Traconis en un accidente automovilístico murió instantáneamente. Afectuosamente. Dr. Demetrio Rivero Díaz”.

Mi suegro, el Dr. Alonso Méndez Rivero, fue hijo de doña María, hermana de Josefina, Demetrio, Daniel, Joaquín, Ofelia y otros tantos del mismo linaje Rivero Díaz y, al igual que mi abuelo Jacinto, me contaba en amenas charlas pasajes y anécdotas de la vida de su tío José María. Me describió la desgarradora que fue la escena en la estación del tren, la misma noche del accidente, cuando de un vagón de pasajeros descendieron sus padres don Evaristo y doña Joaquina, su doliente esposa doña Josefina y sus hijos José María, Ricardo Edesio, Juan Mercedes, Rubén Hidalgo, Josefina Yolanda, Alfonso Humberto y el recién nacido Carlos Evaristo. El viaje había salido de la estación de San Cristóbal a las siete y media de la noche por orden del Gobernador quien lo puso a disposición de los dolientes, era el pullman “Chichén Itzá”. En el mismo convoy viajó la Banda de Guerra del Cuerpo de la Policía y cincuenta hombres más de la misma corporación que se sumarían al solemne acto de despedida al exmandatario.

A la una y media de la tarde del jueves 17 de junio, ante una multitud de ciudadanos, se llevaron a cabo los funerales de José María en el Cementerio General, en presencia del gobernador Torre Díaz quien decretó duelo de tres días en el Estado. Así fue el triste final de un valioso yucateco, que en la Sultana del Oriente aún muchos recordamos, a pesar de ya no haber ofrendas ni sencillas ceremonias en su honor.

En dos años, 2026, se cumplirán cien años de su fallecimiento, y justo vale realizar homenajes en su honor que hagan destacar la carrera política y el legado de tan importante político vallisoletano: Don Pepe Iturralde, quien fuera Presidente Municipal, Diputado Federal y Gobernador Interino de Yucatán. El hombre de estirpe revolucionaria que, al lado de Felipe Carrillo Puerto, enarboló la bandera del Partido Socialista Obrero y que junto a aquel inolvidable y valeroso “Batallón” de kanxoqueños dieron lustre y sempiterno honor a importantes episodios de nuestra historia local.

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