Organización de las Naciones Unidas (ONU), erigida el 24 de octubre de 1945, es símbolo de esperanza para la unidad universal; en esa fecha también entró en vigor la Carta de las Naciones Unidas.

En la Conferencia de San Francisco, del 25 de abril al 26 de junio de 1945, se dieron cita 50 naciones que estaban en contra de la guerra propiciada por Alemania y Japón, todas ellas habían suscrito la Declaración de las Naciones Unidas. Polonia no asistió hasta constituir su nuevo gobierno.

La conferencia de San Francisco es una de las más importantes de la historia, quizá la mayor de las reuniones internacionales que jamás se hayan efectuado.

La Carta de las Naciones Unidas, junto con el Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, que forma parte integrante de la Carta, se aprobó por unanimidad al término de la Conferencia, el 25 de junio de 1945 en la Ópera de San Francisco, y se firmó al día siguiente en el auditorio del Teatro Herbst del VeteransWar Memorial Building.

El 24 de octubre de 1945, tras ardua labor, se habían llenado los requisitos, y las Naciones Unidas comenzaron a funcionar. Todo el esfuerzo realizado cristalizó en una organización internacional encaminada a terminar con la guerra, promover la paz, la justicia y una vida mejor para toda la humanidad.

No existe otra organización mundial con la legitimidad, el poder de convocatoria y el impacto normativo de las Naciones Unidas. Ninguna otra organización mundial da esperanza a tanta gente para un mundo mejor y puede ofrecer el futuro que queremos.

La ONU es el principal foro global que aborda asuntos que trascienden las fronteras nacionales y no pueden ser resueltos por un solo país.

Al mismo tiempo, la ONU está desempeñando una labor que sus fundadores no habían previsto en 1945: los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, para lograr un futuro mejor para toda la humanidad. Los Estados Miembros de la ONU también han acordado acciones climáticas para limitar el calentamiento global.

A pesar de que han pasado ya 79 años desde su fundación persiste, hoy más que nunca, la urgencia de que todos los países se unan, para cumplir la promesa de las Naciones Unidas, por un mundo más justo, sin guerras, ni conflictos insolubles entre las naciones.

Trabajemos más para lograr el imperio de los valores universales, buscar la unidad en el respeto y fomento de las libertades fundamentales, para hacer realidad el Artículo Primero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.